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La presencia de CFCs en la atmósfera está aumentando y no se sabe por qué

Los clorofluorocarbonis, más conocidos como CFCs y que se hicieron célebres hace décadas como responsables de el agujero de la capa de ozono, están volviendo. Según uno informe publicado en ‘Nature Geoscience’, sus concentraciones en la atmósfera están aumentando a un ritmo muy rápido sin que los científicos sepan por qué, un hecho especialmente grave teniendo en cuenta que están prohibidos en todo el mundo desde 2010.

Para sorpresa de los investigadores, estos compuestos han ido aumentando sus concentraciones desde entonces, llegando al máximo el 2020. Entre las posibles explicaciones hay los refrigerantes alternativos que se usan para sustituirlos, pero el problema más importante es que no se sabe de donde provienen estas emisiones. Si la situación continúa, además, no solo se podría revertir la recuperación de la capa de ozono de las décadas pasadas sino que, además, estos compuestos podrían acontecer un contribuyente importante al calentamiento global.

El agujero de la capa de ozono en su peor momento, a finales del año 2000 | Wikimedia Commons
El agujero de la capa de ozono en su peor momento, a finales del año 2000 | Wikimedia Commons

Un aumento que frena los grandes adelantos conseguidos hasta ahora

Los investigadores detectaron emisiones en aumento de cinco tipos de CFCs, que además de ser empleados como refrigerantes también eran presentes en los espacios, los envases de espuma y los aislamientos. Todos ellos, pero, se supone que están prohibidos en todo el mundo desde 2010 en virtud del Protocolo de Montreal, considerado lo primero gran éxito de la humanidad en la hora de emprender acciones conjuntas para proteger el planeta.

Gracias a él, se esperaba que el 2066 la capa de ozono hubiera vuelto a la situación anterior a la aparición del agujero, y es por eso que este informe ha disparado tantas alarmas. Si bien la reducción de los CFCs desde 1987 ha estado gradual, una vez la prohibición completa llegó el 2010 las emisiones tendrían que haber continuado cayendo. Y sin embargo, un vacío legal en el Protocolo de Montreal podría haber permitido que algunos tipos de CFCs continuaran proliferando.

Las espumas aislantes aplicadas con CFC-11 son las responsables de la ralentización de la mejora de los niveles de ozono a la atmósfera | Flickr
Las espumas aislantes aplicadas con CFC-11 en China también son responsables de la ralentización de la mejora de los niveles de ozono a la atmósfera | Flickr

Los HFCs no son la solución

A pesar de que no se pueden poner a los productos que anteriormente contenían, técnicamente todavía pueden ser empleados para la producción de sustitutos, como ingredientes para nuevos productos. Es el caso de los más detectados a la atmósfera desde 2010, que son los que se emplean para hacer los hidrofluorocarbonis (HFC), que han ocupado el lugar de los CFCs a los aires acondicionados, los aparatos de refrigeración y los extintores.

Los HFCs, además, también pueden ser problemáticos si hay escapes, puesto que tienen un efecto invernadero centenares o miles de veces superior al del CO₂. Así pues, la solución podría haber creado un nuevo problema que, en teoría, también se tendría que solucionar pronto: el 2047, siguiendo la Enmienda de Kigali al Protocolo de Montreal, el uso de HFCs tendría que caer un 85% a nivel mundial.

El agujero de la capa de ozono lo primero de septiembre de 2019 | Centinelas Copérnico
El agujero de la capa de ozono lo primero de septiembre de 2019 | Centinelas Copérnico

La aplicación estricta del Protocolo de Montreal puede resolver esta crisis

Por otro lado, las empresas tendrían que evitar los escapes y destruir todos los CFCs que los sobren. El hecho que su presencia a la atmósfera esté aumentando, pero, hace pensar que no está pasando. Aun así, es solo una suposición, porque no se hace un seguimiento bastante estricto y a escala global como para poder señalar claramente las causas de este problema.

A pesar de todo, y por suerte, las emisiones de los cinco tipos de CFCs estudiados en este estudio no son suficientes como para contrarrestar el trabajo de décadas para eliminar estos gases de la atmósfera y salvar la capa de ozono. Si continúan aumentando, pero, podrían llegar a serlo, retardando la recuperación y añadiéndose al problema del calentamiento global. La principal herramienta de que disponemos, pues, el Protocolo de Montreal, tendría que ser aplicado de manera estricta para continuar en un camino que, hasta ahora, ha estado una rareza y un modelo a seguir por su gran éxito.

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