Los efectos de un embarazo en el cuerpo son suficientemente conocidos en el caso de los humanos. En el de los murciélagos, o cuando menos en algunos de ellos, parece que la gestación incluso reduce la capacidad de ecolocalización, la manera como estos animales se ‘ven’ en la oscuridad. Un estudio reciente, publicado en la revista ‘BMC Biology’, se explica el caso de el murciélago de bordes claros, en uno de las primeras veces que se demuestra que la gestación puede cambiar la percepción del entorno en mamíferos no-humanos.
Un cazador nocturno que necesita el ecolocalització
Los murciélagos de bordes claros son animales nocturnos y usan el ecolocalización para cazar en la oscuridad. Sus gritos rebotan a las superficies próximas y sus ecos les permiten reconstruir el entorno. Así, cuanto más a menudo gritan, más clara es su idea del que los rodea. Gritar tanto, pero, requiere respirar fondo, y a menudo el embarazo puede hacerlo más difícil.
Una pérdida de percepción que hace cambiar los hábitos de caza
Esta hipótesis, basada en uno de los efectos que tiene el embarazo en los humanos, se puso a prueba capturando 10 de estos mamíferos voladores, cinco de los cuales estaban embarazados, y entrenándolos para que hicieran un movimiento concreto. Al grabarlos mientras hacían el recorrido, se observó como los no gestantes gritaban una media de 130 veces mientras que las embarazadas lo hacían unas 110 veces, un 15% menos.
Esta reducción de los gritos en murciélagos embarazados podría ser un impedimento para la caza. De hecho, una simulación por ordenador muestra una reducción también de un 15% en las capturas de insectos respete los que no lo están. Esto podría explicar por qué los murciélagos embarazados cazan presas más grandes y lentas durante la gestación, centrándose en alimentos más fáciles de conseguir.
