Dos estudios publicados simultáneamente en la revista ‘Nature’ han permitido descubrir como lo hacen los pulpos y los calamares para ‘probar’ con los tentáculos. Gracias a unas proteínas ultraespecializadas, que están adaptadas al estilo de vida de cada uno de estos animales, podan sentir los sabores con el tacto. Así, cuando cogen una presa o un posible alimento, saben qué gusto tiene incluso antes de ponérselo en la boca.
Un grupo de animales fascinantes
Los cefalópodos, el grupo de animales que incluye los pulpos, las sepias y los calamares, entre otros, son fascinantes desde muchos puntos de vista. Uno de ellos, está claro, es lo neurológico: un pop, por ejemplo, tiene más neuronas a los tentáculos que al seso y, de hecho, cada uno de ellos funciona de manera independiente. Además, como hace tiempo que se sabe, sus ventosas no solo pueden sentir el tacto del entorno sino, también, el sabor.

Un descubrimiento casual
Durante una investigación con el pop de dos manchas de California (
Es gracias a esto que los pulpos pueden probar los compuestos de una superficie de manera independiente de los que flotan al agua. De hecho, al parecer, estos receptores tienden a funcionar mejor con moléculas que no se disuelven al agua, cosa que hace pensar que están optimizados por los compuestos químicos de la piel de los peces, el fondo marino o incluso los huevos de los mismos pulpos.

Uno salvo que evolucionó por separado en pulpos y calamares
Los científicos identificaron 26 genes al ADN del pop que codifican estas proteínas y que, gracias a su variedad, es muy posible que los pulpos puedan saber qué están probando directamente desde los tentáculos, es decir, sin enviar la información al seso central. Al comparar el genoma de los pulpos con el de una especie de calamar (