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Tener hambre puede ayudar a envejecer más lentamente

Limitar la cantidad de comida que ingerimos puede hacer que envejecemos más despacio, según un nuevo estudio publicado en la revista ‘Science’ y elaborado por investigadores de la Universidad de Michigan, en los Estados Unidos. Los resultados de los experimentos que han llevado a cabo en moscas, afirman, podrían aplicarse también a los humanos, y apuntan que la sensación de hambre, por ella sola, podría ser suficiente por retardar el envejecimiento, un descubrimiento sorprendente.

Un trabajo originado por un descubrimiento sorprendiendo

El origen de este trabajo es una investigación anterior que demostró que el olor de la comida, incluso si no se consume, puede llegar a revertir los efectos de las restricciones de la dieta en la duración de la vida. Ante esto, los investigadores miraron de ver si, detrás de esta ralentización del envejecimiento, podría haber cambios en el cerebro que explicaran este cambio.

Modificando los alimentos de las moscas

Para hacerlo, van induïr hambre en moscas alterando la cantidad de aminoácidos de cadena ramificada (BCAA) de su comida. Las moscas que fueron alimentadas con pocos BCAAs comieron mucho más que no aquellas a que se dio alimentos bajos en estos aminoácidos. Además, cuando podían elegir entre levaduras y azúcares, las primeras elegían las levaduras mientras que las segundas elegían el azúcar, un tipo de elige que indica qué hambre es por necesidad y qué deriva del placer.

Drosophila melanogaster, también conocida como mosca del vinagre o de la fruta | Wikimedia Commons
Los experimentos con moscas han permitido hacer descubrimientos muy importantes sobre el hambre | Wikimedia Commons

A partir de aquí, los investigadores determinaron que la diferencia no era a las calorías de cada alimento, puesto que la carencia de BCAAs hizo que las moscas comieran mucho más, hasta superar el contenido calórico de la comida consumida por sus compañeras. Además, esto también hizo que vivieran mucho más.

No es la comida sino el hambre el que importa

Quedaba separar el hambre de la composición de la dieta. Lo hicieron con una técnica consistente a activar neuronas asociadas al hambre en moscas exponiéndolas en la luz roja. Esto hizo que las moscas afectadas comieran el doble que las del grupo de control y, sin embargo, vivieron el doble de tiempo. Así pues, crear un tipo de hambre insaciable a las moscas consiguió, por sí solo, alargarlos la vida.

No solo esto, sino que los científicos también consiguieron hacer un mapa de los mecanismos moleculares del hambre a la epigenoma de las neuronas involucradas e identificar qué neuronas responden a la presencia o la ausencia de algunos aminoácidos concretos a la dieta. Esto afecta como se expresan algunos genes en sus cerebros y, de retruque, tanto los suyo comportamiento en la hora de comida como la velocidad a que envejecen.

Los autores advierten que antes de exportar estos resultados a los humanos hay que tener cuidado, pero también apuntan que es muy probable que los mecanismos descubiertos también modulen el hambre en otras especies, incluida la nuestra.

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