Los humanos que vivían en Europa empezaron a usar el fuego como mínimo 50.000 años antes de lo que se pensaba hasta ahora. Esto se desprende, cuando menos, de unos restos encontrados en Madrid y que, según explica un estudio publicado a ‘Scientific repuertos’, indican que ya se hacían hogueras intencionadas y controladas en aquel momento.
Una investigación muy compleja
Descubrir los orígenes exactos de la relación entre las personas y el fuego es muy complicado. Al fin y al cabo, su uso era pasajero y encontrar restos de material quemado en el jefe de tantísimo tiempo es muy difícil, si bien no imposible. En este caso, pero, se han descubierto restos conjuntos de humanos primitivos y de fuego al mismo lugar, un indicio claro que parece que, hace 250.000 años, los habitantes del actual Meseta habían aprendido a controlar las llamas.
Hay restos más antiguos de uso del fuego a otros lugares del mundo, como por ejemplo en Suráfrica, pero se cree que en aquel momento, hace entre un millón y un millón y medio de años, el que hacían nuestros antepasados y parientes era usar las restos de incendios naturales por cobre los alimentos. El que hay que encontrar, pues, son pruebas claras que el fuego fundido intencionado y controlado, un proceso que, además, es muy probable que fuera gradual.

El paso de fuegos casuales a controlados
De hecho, el fuego más antiguo de que hay pruebas que fue hecho por humanos tiene unos 790.000 años y se encontró en Israel, donde también hay otros restos muy antiguas que apuntan en el mismo. En Europa, en cambio, hay pruebas del uso del fuego desde hace como mínimo 350.000 años pero, en general, se considera que son ejemplos del paso previo, del aprovechamiento de llamas o brasas creadas por fenómenos naturales.
En este caso, pero, el análisis de restos encontrados al yacimiento Valdocarros II ha revelado la presencia de biomarcadors de lípidos que se relacionan con varios tipos de madera y que habrían estado consecuencia de la presencia de fuego. Esto, además, también apunta que cada tipo de combustible fue empleado de manera diferente para crear una hoguera aislada y controlada, y que los restos fueron quemadas a temperaturas bajas, de unos 350 °C, durante periodos de tiempos relativamente cortos, es decir, encendiéndose y apagándose.

Una ‘cocina’ para todos
Todo ello indica no con solo que quienes usaron aquellos fuegos sabían cómo encenderlos y controlarlos sino, también, que los debían de usar por cocinar, por el que indican los restos que han sido encontradas en el mismo yacimiento y que apuntan que se habían llevado grandes cantidades de alimentos a aquel lugar en concreto porque era, por así decirlo, la ‘cocina’.
Si bien no es el ejemplo más antiguo que se conoce, este descubrimiento es importante no solo porque es lo más antiguo de Europa sino porque, al yacimiento, coinciden todo un seguido de incidis que pueden servir por identificar otros fuegos encendidos y controlados intencionadamente hace centenares de miles de años a otros lugares del mundo.