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La regulación del hambre podría ser un mecanismo común en todos los animales

Un equp de investigadores ha descubierto que el mecanismo que controla la sensación de saciedad podría ser común a todos los animales o, cuando menos, que se podría remontar a los inicios de su historia evolutiva. En un artículo publicado a ‘PNAS’ apuntan que, en dos organismos tan diferentes como las medusas y las moscas, la misma hormona es la encargada de hacerlos saber que tienen que parar de comer. Esto quiere decir que, como mínimo, una parte de este sistema es casi en su origen de los animales, antes de la llamada ‘explosión cambriana’, hace más de 500 millones de años. Es allá, al fin y al cabo, donde tendríamos que buscar el antepasado común de las medusas y las moscas.

Examinando la alimentación de las medusas

Las medusas no tienen nada que se pueda identificar como una boca y, sin embargo, los investigadores, que han trabajado con la especie Cladonema pacificum, identificaron algunos comportamientos estereotípics, como por ejemplo coger las presas con los tentáculos y acercarlos a la campana para poderla digerir. Si lo alimentas sin cesar, además, este proceso se va retardando, indicando que la medusa ‘sabe’ que se está atiborrando.

Para ver exactamente como funciona este proceso, los investigadores examinaron el núcleo central de las medusas, que contiene sus organs digestivos, y la campana, que tiene la mayoría de su red de nervios. Examinaron qué genes se activaban en estos tejidos cuando el animal tenía hambre o cuando había comido y, por evitado confusiones, hicieron una lista completa de todos los genes activos a las gambas con que las alimentaban. Así obtuvieron una serie de hormonas activas cuando el animal estaba tip pero no cuando tenía hambre.

Lizzie Daly y la medusa gigante

Finalmente, identificaron 43 genes que codifican estas posibles moléculas y las sintetizaron para probar qué o qué de ellas modificaban el comportamiento de las medusas cuando comen. Se encontraron cinco que lo hacían, cuatro de las cuales se activaban cuando el animal había comido bastante como para dejar de hacerlo. Una de ellas, llamada GLWa, suprime la contracción de los tentáculos al mismo nivel que alimentar las medusas con muchas gambas.

La misma hormona también funciona con las moscas

Este descubrimiento ya era importante, en primer lugar, porque el gen que codifica esta hormona es presente a muchos cnidaris, los organismos con simetría radial que incluyen las medusas, los corales y las anèmones. Esto, de entrada, ya quiere decir que podría regular el hambre en varias especies. El hecho, pero, es que hay versiones distantrs de este gen a otros muchos animales, si bien esto no quiere decir forzosamente, que sirvan para el mismo.

Para probarlo, los investigadores se fijaron en las moscas del vinagre, que tienen un gen pariente del GLWa denominado MIP. Tratarlas con la misma hormona, las moscas dejaron de comer y, al contrario, eliminar este gen hacía que no pararan de comer por muy llenas que estuvieran. Así pues, parece que el equivalente del gen en las moscas tiene la misma función, pero el más sorprendente es que la versión de la medusa de la hormona también funcionara en las moscas. Así, si se cambiara el gen de unas por las de las otras, su comportamiento continuaría siendo exactamente igual.

Drosophila melanogaster, también conocida como mosca del vinagre o de la fruta | Wikimedia Commons
Drosophila melanogaster, también conocida como mosca del vinagre o de la fruta | Wikimedia Commons

Un mecanismo muy antiguo pero que todavía no se ha entendido del todo

Esto es importante, precisamente, porque las moscas tienen simetría bilateral y los bilateris y los cnidaris se separaron de un antepasado común mucho a primeros de la historia animal, antes de que aparecieran la mayoría de grupos actuales, cosa que pasó durante el Cambrià. Así pues, esta hormona y todo este mecanismo ya debía de haber aparecido entonces. De hecho, parece que podría haber genes como este no solo a las esponjas, que no tienen comportamiento ‘alimentario’ e incluso en algunos de los organismos unicelulares más próximos a los animales.

Según los investigadores, esto puede querer decir que este sistema ya regulaba la alimentación a primeros de la vida animal de la Tierra, pero las esponjas parecen invalidar la hipótesis porque no se alimentan como lo hacen los animales. Además, tampoco sabemos exactamente cómo funciona esta hormona, puesto que no se ha identificado el receptor y no se sabe si el sistema de señalización en las moscas y las medusas es el mismo o si la hormona produce la misma respuesta por mecanismos diferentes. Este estudio, pero, tiene la ventaja que abre la puerta a hacer muchos más y, con suerte, colocar una pieza muy importante de la historia evolutiva de la vida a la Tierra.

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