Aunque no tienen un cerebro central, las medusas pueden aprender cosas de sus experiencias pasadas, como hacen un gran número de animales. Este descubrimiento, que desafía el que se creía hasta ahora de qué eran los requisitos biológicos para tener esta habilidad, ha sido hecho por un equipo de investigadores liderados por la Universidad de Kiel, en Alemania, que han publicado los resultados de su último estudio en la revista ‘Current Biology’.
Unas medusas minúsculas con 24 ojos
Las medusas empleadas en este trabajo son las llamadas cubomedusas del Caribe (‘Tripedalia cystophora’), unos animales de la medida de una uña y que parecen muy simples pero que, en un espacio tan pequeño, tienen un sistema visual con 24 ojos, que usan para moverse en las aguas turbias y las raíces de los manglares donde viven, buscando presas.

Aprendizaje en siete minutos y medio
En el estudio, los científicos han demostrado que estas medusas pueden usar la aprendizaje asociativo para esquivar los obstáculos, formando conexiones mentales entre estímulos sensoriales y comportamientos, uno de los niveles más altos a que puede llegar el rendimiento de un sistema nervioso. Para hacerlo, decoraron un acuario redondo con líneas blancas y grises para simular el hábitat natural de las medusas. Para ellas, las líneas grises podrían parecer raíces lejanas de los manglar pero que, al estar pintadas, eran mucho más cerca del que los podía parecer.
Los investigadores dejaron unas medusas adentro del tanque durante siete minutos y medio. Al principio, nadaban hacia las líneas que parecían lejanas y chocaban, pero al final del experimento su distancia mediana de los muros del acuario se había incrementado en un 50%, el número de pívots para evitar chocar se había multiplicado por cuatro y el contacto con el vidrio se había reducido en la mitad. Todo ello, afirman los científicos, apunta que las medusas son capaces de aprender de la experiencia a través de los estímulos visuales y mecánicos.

Identificando el proceso
Ante esto, los autores del estudio miraron de identificar el proceso de aprendizaje asociativo aislando los centros de la vista de las medusas, los ròpals, cada uno de los cuales tiene seis ojos y genera señales que controlan los movimientos pulsantes de estos animales, que se hacen más frecuentes cuando esquivan obstáculos.
Al mostrarlos líneas grises que se movían, imitando la aproximación a un objeto, no respondían porque las interpretaban como distantes. Después de entrenarlas con estímulos eléctricos débiles, pero, imitando el estímulo de las colisiones, empezaron a emitir señales de evitación de obstáculos en respuesta a las barras grises. Así, parece que las medusas necesitan una combinación de estímulos visuales y mecánicos para que tenga lugar el aprendizaje asociativo y que los ròpals son el centro.
Un origen mucho y muy antiguo
Los autores de este estudio están bastante