La erupción de 2022 del volcán Hunga Tonga-Hunga Ha’apai, en Tonga, fue la más potente que ha habido a nuestro planeta desde hace más de un siglo. Según los últimos cálculos, publicados a ‘Science Advances’, la explosión submarina que se produjo fue de 15 megatones, una potencia superior a la de la mayoría de bombas atómicas que se han fabricado hasta ahora.
De hecho, habría que ir a la explosión del volcán Krakatau, que el 1883 hizo desaparecer parte de la isla del mismo nombre y causó la muerte de más de 35.000 personas. En este caso, pero, como que la explosión fue submarina, se generó un megatsunami con oleadas de hasta 45 metros de altura a la costa de la isla de Tofua y hasta 17 metros a Tongatapu, la isla más poblada del país.
Oleadas que llegaron a 85 metros de altura en un minuto
El volcán submarino Hunga Tonga-Hunga Ha’apai forma parte de la cadena de islas de Tonga y es resultado de la convergencia de las placas tectónicas Pacífica y Indoaustraliana. Los últimos análisis sobre la potencia de la erupción se han hecho combinando imágenes por satélite, mapas con drones y observaciones de campo, mostrando como la poca profundidad y la ‘geografía’ compleja de la región dio forma a oleadas que llegaron a los 85 metros de altura durante el primer minuto después de la explosión.
Una combinación de suerte y preparación evitó un cataclismo
Sin embargo, las muertes a causa de este tsunami enorme fueron muy pocas. Esto tiene varias explicaciones, como por ejemplo el lugar donde tuvo lugar, los efectos de la pandemia de Covid-19, que todavía se notaban, y también los esfuerzos que se han hecho en Tonga durante los últimos años para tener sistemas de alerta y planos d‘evacuación y contingencia por si se producía un caso como este. Y sin embargo, la casualidad o la suerte que el tsunami no fuera hacia lugares más poblados y más próximos también jugó un papel importante. Es por esta razón que los datos obtenidos tendrían que servir para mejorar las estrategias de cara al futuro.