Algunos bonobos, como hacen los humanos, cooperan no solo con los miembros conocidos de su grupo sino también con desconocidos que forman parte otros. A menudo, incluso, lo hacen sin que haya beneficios recíprocos inmediatos. Este descubrimiento, anunciado en un artículo en la revista ‘Science’, podría ayudar a conocer mejor como va evolucionar este rasgo social puesto que, hasta ahora, se consideraba casi exclusivamente humano. De hecho, no solo esto, sino que este tipo de cooperación se cree que es uno de los cimientos de la civilización.
Grandes diferencias entre animales muy próximos
Tanto los bonobos como los chimpancés, nuestro otro pariente más próximo, viven en grupos sociales de individuos que no tienen por qué ser parientes próximos. En comparación con los segundos, pero, mucho territoriales y agresivos, los bonobos son más tolerantes hacia los otros grupos. A veces, incluso se ha visto como cuidaden y compartían comer con individuos otros grupos sociales e incluso han adoptado los hijos otros bonobos.

Siguiendo dos grupos de bonobos durante dos años
Para comprender mejor esto, un equipo de investigadores ha estudiado dos grupos de bonobos durante dos años, documentando qué bonobos tenían este tipo de comportamiento y en qué momentos. Además, en caso de conflicto, también han documentado la formación de alianzas entre bonobos de grupos diferentes para atacar un tercero.
Los resultados muestran que los dos grupos se encontraron a menudo, interactuando casi 100 veces durante los dos años y compartiendo un 20% del tiempo, en encuentros que a veces duraban una hora y otras varias semanas, durante las cuales se formaban vínculos mucho más profundos. En estos momentos, se documentaron más de 3.700 ocasiones en que se limpiaban los unos a los otros, un 10% de las cuales era entre bonobos de grupos diferentes. Y en cuanto a las alianzas para atacar otro individuo, un 15% de las veces eran entre bonobos de grupos diferentes.

Un fenómeno difícil de entender
Así pues, no parece que sea un fenómeno puntual, y menos teniendo en cuenta que el 6% de las veces que los bonobos compartían la comida también era con miembros de otro grupo. Sin embargo, esta cooperación tampoco no parece aleatoria: los individuos que tendían a interactuar dentro de su grupo también tenían la misma tendencia con los bonobos de fuera, y los datos apuntan que la reciprocidad no jugaba un papel nada importante.
Por lo tanto, parece que es posible que los bonobos, cuando menos algunos, cooperen con individuos con que no tienen relación de manera habitual, como parte del que son como especie. Y esto es especialmente interesando por qué, a pesar de que la cooperación dentro de las familias y los grupos es bastante habitual entre los animales, ni que sea para asegurar la proliferación directa o indirecta de los propios genes, ayudar extraños no tiene beneficios evolutivos tan claros y la aparición de este comportamiento es un rompecabezas.
Los humanos y los bonobos no son los únicos animales con este tipo de comportamiento: los delfines macho, por ejemplo, a veces colaboran con otros machos para proteger las hembras y aumentar sus posibilidades de copular. Esto, pero, tiene un beneficio propio bastante evidente, a diferencia del observado en estos dos primates. En cuanto a compartir comer con extraños, aparte de los bonobos y los humanos solo se sabe que lo hagan los vampiros, puesto que los chimpancés solo lo hacen con miembros del mismo grupo.

Un comportamiento que está en la base de las sociedades
Y sin embargo, en la evolución humana se considera que estos comportamientos son la base de las sociedades y permitieron que nuestros antepasados sobrevivieran a situaciones muy complicadas. Los humanos, al fin y al cabo, han competido o luchado con grupos vecinos pero también han cooperado con ellos. Un comportamiento que, cuando menos hasta ahora, tenía unos orígenes evolutivos oscuros.
Teniendo en cuenta la distancia que nos separa tanto de los chimpancés como de los bonobos, pero, resulta complicado saber si los antepasados de los humanos eran tan territoriales y violentos como los primeros, más relajados como los segundos o incluso un punto intermedio. En cualquier caso, este estudio hace una pasa adelante hacia la comprensión de las condiciones que hacen que la evolución ‘elija’ una estrategia o la otra.
Además, también parece que demuestra que la cooperación se puede dar sin la influencia de factores culturales y sociales, a pesar de que también es cierto que podría haber un componente ‘cultura’, transmitido a través de las generaciones, que haya hecho que los bonobos se comporten así. Un proceso, pues, que sería parecido a cómo se forman los elementos de la cultura humana.