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Los animales sin cerebro también pueden aprender cosas

En un descubrimiento sorprendente, un equipo de investigadores ha revelado que los animales que no tienen cerebro también son capaces de aprender cosas por memoria asociativa. En un artículo publicado en la revista ‘PNAS’, un nuevo estudio sobre los cnidarios, la familia a que pertenecen las anémonas y los corales, además de las medusas, ha demostrado que tienen esta capacidad a pesar de no disponer de un sistema nervioso centralizado.

Una duda que hacía tiempo que se arrastraba

En el caso de los humanos, nuestro cerebro es lleno de estructuras especializadas para procesar la información visual, almacenar la memoria, interpretar el lenguaje… En comparación, pues, que un ser con una red nerviosa mucho más sencilla y sin cerebro sea capaz de asociar acontecimientos a través de la repetición es una sorpresa inesperada. Si bien era claro que podían coordinar el movimiento de su cuerpo y responder a estímulos ambientales, no estaba claro que los cnidarios fueran capaces de una forma simple de aprendizaje.

Un experimento muy sencillo

Es por eso que los investigadores, basándose en algunos estudios anteriores que aputaven en este sentido, miraron de resolver la pregunta. Lo hicieron con un experimento muy sencillo en una especie de anémona llamada Nematostella vectensis. A pesar de que no tiene ojos, este animal es capaz de notar los cambios en la luz, y decidieron asociarla a una sensación desagradable, como por ejemplo una descarga eléctrica, para ver si desarrollaban una forma de reflejo condicionado, a la manera del famoso experimento de Pavlov.

Los peces payaso crecen a velocidades diferentes según el anèmona que los acoge | University of Newcastle
Las anémonas también son conocidas para acoger los peces payaso | University of Newcastle

La electricidad, por sí sola, hace que estos animales se contraigan y recojan sus tentáculos. La exposición a la luz, por otro lado, hacía que un 20% de los animales del experimento reaccionaran del mismo modo. Después de una hora de exposición simultánea a la luz y a la electricidad, pero, todo va cambiar mucho: las anémonas que respondían a la luz encogiéndose pasaron a ser la mitad, mientras que la respuesta a la exposición a solo la electricidad sufrió una reducción parecida.

Una diferencia con Pavlov

Este experimento, pero, no es exactamente el del acondicionamiento de Pavlov, donde nos animales aprenden la asociación de forma que responden igual a un estímulo sin ninguna relación. Aquí las anémonas aprendieron a interpretar los dos estímulos como si fueran uno solo y empezaron a necesitarlos los dos a la vez para responder. Esto, en cualquier caso, indica la existencia de algún tipo de coordinación central de su sistema nervioso que le permite integrar señales ambientales y activar una respuesta que involucra la mayoría de su cuerpo. No se sabe, pero, si esta capacidad de memoria y coordinación dependen de alguna estructura nerviosa concreta.

Resultados que abren nuevas teorías

Teniendo en cuenta que hace poco un grupo de neuronas cultivadas en el laboratorio va ‘aprender’ a jugar a un videojuego, pero, esto podría reforzar la idea que las neuronas, de manera nativa, desarrollan expectativas ante los estímulos que reciben y cambian su comportamiento cuando no coinciden. Este tipo de proceso podría crear, pues, una forma de memoria asociativa que no necesita organización central.

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