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Las aguas residuales impulsan la aparición de bacterias resistentes

Las aguas residuales son un entorno todavía más propicio por el desarrollo de la resistencia a los antibióticos del que se había pensado hasta ahora. Según afirma un equipo de investigadores de la Universidad de Gotemburgo (Suecia) en un artículo publicado a ‘Communications Biology’, este entorno es perfecto para que los genes de la resistencia a los antibióticos pasen de bacterias inofensivas a patógenos.

Un proceso natural que se ha disparado por la intervención humana

Las moléculas antibióticas han sido desarrolladas por los microorganismos desde mucho antes que los humanos las descobrissim y las usáramos. A la vez, como es lógico, otras bacterias desarrollaron maneras de defenderse. Con la introducción de los antibióticos para tratar enfermedades, pero, los patógenos han ido acumulando nada de resistencia, un proceso que requiere que estos genes, que eran al ADN otras especies, salten a las que son perjudiciales para las personas.

Mecanismo del desarrollo de la resistencia a los antibióticos | Toni Escales
Mecanismo del desarrollo de la resistencia a los antibióticos | Toni Escales

Buscando como se desarrolla la resistencia

En este estudio, los investigadores muestran una manera como esto puede pasar. Las aguas residuales contienen residuos de antibióticos que pueden favorecer el desarrollo de resistencias. Esto solo, pero, no es suficiente, sino que también hay de haber presentes especies que tienen nada de resistencia y algunas secuencias de ADN concretas que permiten que se muevan.

Estudiando miles de muestras de ADN de varios entornos, los investigadores han observado como en este entorno todos los elementos clave se encuentran. De hecho, a las aguas residuales hay una variedad enorme de genes de resistencia a los antibióticos, muchos más de los que son presentes a los patógenos más peligrosos que hay actualmente y que, por lo tanto, todavía podrían empeorar el problema.

Un nuevo frente para atacar esta crisis

Así pues, además de no contaminar el medio ambiente con antibióticos que ayuden al desarrollo de resistencias y de reducir al mínimo imprescindible el uso de estos fármacos, parece que también haría falta parar mucha atención a las aguas residuales puesto que son, claramente, un entorno perfecto para que bacterias perjudiciales adquieran los genes que los permiten sobrevivir a los fármacos y acontezcan una amenaza más grande de la que ya son a día de hoy.

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