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Un estudio catalán analiza la lesión que sufría el trompetista Louis Armstrong

Un estudio catalán, realizado por el Instituto de Fisiología y Medicina del Arte‐Terrassa y la Fundación Ciencia y Arte, ha analizado la lesión que sufría el trompetista Louis Armstrong (1901-1971) después de toda una vida tocando. Era muy conocido que el músico tenía muchos problemas a los labios y, incluso, se los había dado el nombre de ‘síndrome de Satchmo’, por su mote. No ha sido hasta ahora, pero, que una revisión a fondo, publicada en la prestigiosa revista americana de medicina del arte, ha revelado qué problema era exactamente, cambiando la comprensión y llevando sus autores a señalar que el trastorno a que dio nombre el famoso trompetista de jazz no se corresponde al que sufría en realidad.

Una lesión muy característica de los músicos de viento

Entre los músicos de viento, la ruptura del músculo orbicular del labio es considerada una de las lesiones más características. En el primer artículo médico que se hizo sobre esta lesión, en 80, un cirujano que operó este problema afirmó que era el mismo que sufría Louis Armstrong y, desde entonces, ha sido denominado ‘síndrome de Satchmo’, el nombre que él mismo le puso.

Una atribución basada «más en una suposición que en una certeza»

Según los autores de este nuevo trabajo, pero, la descripción que se hizo en aquel momento de la lesión era poco detallada y no había incluido una revisión a fondo de los problemas bucales del trompetista de Nueva Orleans, basándose «más en una suposición que en una certeza» como explica Jaume Rosset, autor del estudio junto con Ramon Grimalt y Queralt Rosset.

A lo largo de su vida, los labios de Louis Armstrong se fueron deformando
A lo largo de su vida, los labios de Louis Armstrong se fueron deformando

Los pocos médicos que se dedican a las lesiones de los músicos, como es el caso de los responsables de este estudio, saben que la ruptura del músculo orbicular es muy poco habitual y que, además, los síntomas no se corresponden con los que aparecen a las biografías de Armstrong, que incluyen sangrado, heridas y callosidades. «Nos rechinaba por estos dos motivos», recuerda Rosset, aunque «se hubiera aceptado a nivel médico». También es cierto, pero, que ahora las revisiones de los artículos «son más a fondo».

Una manera de tocar que lo llegó a hacer sangrar a los conciertos

El régimen de trabajo intensísimo del trompetista, con hasta seis actuaciones cada día, y una manera de tocar con muchos agudos, mucha potencia, pulsando el broquet fuerte contra el labio y haciendo el vibrado presionando sobre él, le hicieron sufrir problemas dermatológicos. Después de un estudio a fondo con 17 biografías, artículos periodísticos y entrevistas con él y con compañeros próximos, han permitido encontrar no solo los síntomas sino que hacía para tratarlos, qué problemas le causaban y también sus causas. Además, se ha buscado centenares de fotografías, especialmente una de cada año de su carrera donde se le viera bastante el labio, para completar la información disponible.

Así es como se ha visto que, primero, le apareció abultamiento y erosiones superficiales que se convirtieron en grietas y fisures. Estas lesiones le acabaron produciendo úlceras que evolucionaron en tejido cicatricial, haciendo la mucosa más gruesa y rígida y obligándolo a hacer más tensión y presión para poder hacer vibrar el labio. Todo ello creó un círculo vicioso con el tejido cicatricial que le va provoca más problemas. En algunas ocasiones, de hecho, incluso sangró mientras tocaba, dejándole la boca y la ropa manchadas a los conciertos.

El doctor Jaume Rosset, médico especializado en medicina de la música y autor principal de este estudio | Cedida
El doctor Jaume Rosset, médico especializado en medicina de la música y autor principal de este estudio | Cedida

Un diagnóstico que cambia el que se había pensado durante seis décadas

Así pues, y según el análisis de los datos existentes, parece que los problemas del labio de Louis Armstrong se debían muy probablemente al que se conoce como una hiperplasia fibromatosa de la mucosa, derivada de un microtrauma crónico, y no de una ruptura del músculo orbicular de los labios, como se había penado hasta ahora. Por lo tanto, y como conclusión, los autores del estudio proponen que esta última lesión deje de denominarse ‘síndrome de Satchmo’, poniendo fin a un error que se había perpetuado durante seis décadas. Los resultados, apunta Rosset, si bien no se basen en la observación directa del caso, «son muy concluyentes».

La medicina de músicos, una especialidad poco común

El autor principal del estudio también recuerda que la medicina especializada en los músicos no es un campo que haga mucho tiempo que existe. En parte, opina, es porque no había conciencia de esta necesidad, de «el esfuerzo físico que supone tocar» y que, por eso, «los puede sonar extraño que se lesionen» si bien lo hacen y, a menudo, gravemente. El caso de Armstrong, reconoce, es «excepcional», pero también recuerda que «no hay ninguna actividad, por leve que sea, que no lesione si la haces suficientes veces».

Además, hay que tener en cuenta que se tiene que ser muy cuidadoso con el tratamiento. Las soluciones que pueden funcionar para casos parecidos con causas diferentes pueden dificultar o incluso imposibilitar al músico continuar tocando y, por lo tanto, hacen falta «tratamientos nuevos y diferentes» para resolverlos. Por suerte, dice, el campo ha avanzado mucho, y «hoy curamos lesiones que hace 20 años podían forzar un músico a retirarse».

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