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Los cultivos tradicionales de secano, ejemplo sostenible para el futuro

El mijo dicho, el mijo perla y el sorgo son tres de las especies tolerantes a la sequía más importantes del mundo y, por lo tanto, cultivos alternativos ante el cambio climático. El aumento de la aridez hace que haya que pensar algunos sistemas agrícolas en tierras secas, y es por eso que un equipo de investigadores de la Universitat Pompeu Fabra (UPF) ha publicado un estudio en la revista ‘PLOS ONE’ donde evalúa las prácticas tradicionales del cultivo de estas especies a nivel global.

Datos sobre prácticas tradicionales de todo el mundo

La investigación combina datos etnográficos existentes y otras recogidas en el campo para demostrar como la agricultura tradicional de secano a pequeña escala es muy útil para conseguir información innovadora sobre prácticas agrícolas sostenibles, donde lo conocimiento ecológico tradicional y el académico se encuentran.

Lo sorgo es otro de los cultivos más resistentes del mundo | Evelyn Simak / Wikimedia Commons (CC BY-SA 2.0)
Lo sorgo es otro de los cultivos más resistentes del mundo | Evelyn Simak / Wikimedia Commons (CC BY-SA 2.0)

Como explica el investigador Abel Ruiz Giralt, primer autor del artículo, «las comunidades humanas desarrollaron estrategias agrícolas sostenibles y resilientes». Un hecho que, en el contexto actual «de inestabilidad climática y aumento de la población» es especialmente significativo y puede ayudar a encontrar «la acción inmediata» que hay que poner en marcha.

Soluciones acumuladas a lo largo de miles de años

En las tierras secas, el mijo, el mijo perla y lo sorgo son cultivos básicos desde hace más de 5.000 años, pero durante los últimos 50 se ha ido reduciendo. En un contexto como el actual, con el cambio climático y la aridez aumentando en todo el mundo, estudiar este tipo de cultivos es esencial porque el conocimiento ecológico tradicional engloba la explotación de los recursos disponibles localmente y es fruto de siglos de procesos de adaptación en el medio.

Cultivo de maíz | D.P.
El cultivo tradicional de secano podría dar alternativas útiles a los grandes sistemas agrícolas masivos actuales | D.P.

Tal como apuntan los autores, las prácticas tradicionales para mejorar el rendimiento de los cultivos se basan en recursos renovables y son soluciones específicas y a largo plazo, a diferencia de los remedios generalizados y curtplacistes que causan daños tanto a la biodiversidad de los cultivos como la conservación del suelo.

Así, las prácticas tradicionales pueden aumentar la productividad y minimizar el fallo de los cultivos sin sacrificar la sostenibilidad y la resiliencia a largo plazo. Es, dicen, «una visión alternativa» sobre cómo «integrar el conocimiento tradicional en programas científicos y políticos» para ofrecer «soluciones a la seguridad alimentaria en las zonas áridas de ingresos bajos y medianos».

Algunas prácticas son fruto de miles de años de adaptación al suelo y al clima e ignorarlas sería una temeridad

Un enfoque que puede ser muy útil

Al trabajo, los autores han construïr y probado modelos para mostrar la interacción de variables geográficas y ecológicas y explicar las prácticas agrícolas tradicionales y su variabilidad. Además, también permite mapejar a nivel global las zonas donde se podría cultivar mijo dicho, mijo perla y sorgo. Un descubrimiento importante es que la relación entre las precipitaciones anuales totales y la viabilidad y variabilidad de los sistemas no es tan fuerte como se pensaba. Hay otros factores, como la duración de los ciclos de crecimiento, la disponibilidad de nutrientes al suelo y la capacidad de retención de agua, que parecen ser mucho más determinantes.

Los científicos han usado un enfoque global comparativo para simplificar datos etnográficos complejos, reduciendo la variabilidad intercultural con generalizaciones basadas en las prácticas más habituales. Gracias a la base de datos eHRAF World Culturas, que contiene documentos que describen el conocimiento ecológico tradicional (TEK) durante los últimos dos siglos, se ha podido crear modelos que simplifican las relaciones e interacciones entre los humanos y el medio y pueden ayudar a entender las dinámicas generales subyacentes. Así, esperan, los científicos han hecho una «contribución oportuna y valiosa» en un debate importantísimo para la seguridad alimentaria de grandes zonas del mundo.

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