Limitar el consumo energético de los ricos puede ser la única manera de reducir emisiones y, de este modo, cumplir los compromisos de lucha contra el cambio climático. Esta es la premisa de un equipo de investigadores de la Universidad de Leeds (Inglaterra) que, en un artículo publicado en ‘Nature Energy’ analiza varios escenarios por encontrar una solución que reduzca la demanda energética de los países de la manera más justa y equitativa.
La opción que plantea el estudio es limitar el uso de energía del 20% de usuarios que usan más mientras, a la vez, se permite a quienes usan menos y tienen menos ingresos que aumenten el consumo por mejorar su calidad de vida. En este escenario, el límite se ha puesto a 170,2GJ por persona y por año, una reducción respeto la media de 196,8GJ por persona y año de este grupo poblacional.

Reducción de las emisiones y beneficios para los más desfavorecidos
Si se hiciera esto, y partiendo de datos de 27 países europeos, las emisiones de CO₂ de la energía doméstica caerían un 11,4%, las del transporte un 16,8% y, en total, un 9,7%. Permitir que las personas con menos recursos aumentaran el gasto energético, en cambio, haría aumentar el consumo de energía solo un 1,4%. Así, mientras los más ricos consumirían menos energía para reducir emisiones, los más pobres podrían climatitzar sus hogares, por ejemplo.
Ante estos resultados, los autores del estudio recuerdan que los políticos tendrían que conseguir el apoyo del público para poner en marcha estos mecanismos de reducción de emisiones por la banda del consumo puesto que desde la generación y distribución, afirman, no se conseguirá un descenso suficiente a la velocidad necesaria. Según el IPCC, en cambio, reducir la demanda podría conseguir entre el 40% y el 70% de la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero que hay que lograr antes de 2050.

La población podría estar de acuerdo a penalizar el consumo ‘de lujo’
Como parte del estudio, los investigadores también reunieron grupos de personas por valorar las respuestas de la población a diferentes intervenciones políticas para reducir el uso de energía. Así, por ejemplo, establecer cuotas en los desplazamientos en avión y en coche era visto, por muchas personas, como un ataque a la libertad y al derecho a escoger, mientras que otros estaban de acuerdo a hacerlo en algunos casos, como por ejemplo por cuestiones de negocios o quieres privados.
En cualquier caso, esta parte del trabajo vio claramente como había una preocupación generalizada por la emergencia climática y un reconocimiento de la necesidad de emprender medidas urgentes. Además, muchos de los participantes reconocieron que las limitaciones al uso de energía ‘de lujo’ son una buena manera de tratar todo el mundo de manera justa, cosa que puede hacerlo aceptable si se dan las razones correctas. La pandemia de Covid-19, con sus restricciones, puede ser un buen ejemplo.

