El iceberg más grande del mundo ha empezado a moverse después de pasar 30 años encallado a la cama del océano. Según informa la cadena británica BBC, aqueta enorme masa de hielo, denominada A23a, se separó de las costas de la Antártida el 1986 pero, desde entonces acá, había estado prácticamente una isla de hielo, inmóvil en medio de las aguas del mar de Weddell.
Una masa de hielo gigantesca
Las cifras de este iceberg son realmente
Se formó durante un episodio de rotura masiva de la Barrera de Hielo Filchner hace tanto de tiempo que, como recuerda la BBC, en aquel momento había una base científica soviética encima suyo –la Druzhnaya 1– que fue desmantelada porque no se perdiera la equipación. Sin embargo, el iceberg no se movió mucho antes de quedar encallado al fondo del mar.
Una separación lenta pero inexorable
La pregunta, pues, es por qué se está moviendo ahora, en el jefe de tanto de tiempo. El hecho es que, a partir del año 2020, se han ido detectando pequeños movimientos, y que los investigadores ya esperaban que, en algún momento, se encogiera bastante como para liberarse del fondo marino y empezar a desplazarse. Durante los últimos meses, pero, este proceso se ha acelerado gracias a los vientos y a las corrientes y, ahora mismo, está pasando de largo la punta más septentrional de la península Antártica.
Un viaje bastante conocido
A partir de aquí, los científicos esperan que se comporte como la mayoría de icebergs de sector de Weddell y sea expulsado hacia el Corriendo Antártico Circumpolar, que lo llevará hacia el Atlántico Sur siguiendo el camino conocido cómo ‘el callejón de los icebergs’. Sin embargo, los expertos seguirán de cerca todo este proceso y, también, su fusión inevitable. Siendo tan gordo, si encallara otra vez pero más en el norte, por ejemplo en la isla de Georgia del Sur, podría ser un problema para los millones de focas, pingüinos y otros aves que se reproducen en la isla, puesto que podría dificultar la obtención de alimento y, por lo tanto, la alimentación de las crías.
Sin embargo, también es cierto que, al fundirse, los icebergs liberen los minerales que han captado durante los años que su hielo pasó a los glaciares antárticas, frotando contra las roces del suelo. Una fuente de nutrientes muy importantes para los organismos que hay en la base de la cadena trófica marina y, por lo tanto, un elemento crucial del buen funcionamiento de estos ecosistemas.