Un equipo de investigadores de la farmacéutica GSK, junto con científicos de la Universidad Johns Hopkins (Estados Unidos) han anunciado que han hecho un gran descubrimiento que abre la posibilidad de acabar con la malaria, que a día de hoy continúa siendo la peor enfermedad que ha sufrido la humanidad. En un artículo publicado en ‘Science’, todos juntos explican cómo, por casualidad, descubrieron una bacteria que puede parar la transmisión de la enfermedad a los humanos, poniendo freno a su propagación.
La desaparición de la malaria de una colonia de mosquitos
Durante unos experimentos en 2014 en una instalación de investigación farmacéutica en el estado español, los científicos de GSK se dieron cuenta que una colonia de mosquitos que se usaban para experimentar en el desarrollo de medicamentos había dejado de ser portadora del parásito de la malaria. La ratio de infección entre ellos fue bajando y bajando hasta que, en el jefe de pocos meses, había desaparecido.

Sorprendidos, los científicos congelaron las muestras y, en el jefe de dos años, volvieron a examinarlas para mirar de comprender qué había pasado. Así es como descubrieron que un tronco concreto de una bacteria, que han denominado TC1 y que es presente de manera natural al entorno, había conseguido parar el desarrollo de los parásitos de la malaria en el interior de los mosquitos. Una vez entra a su organismo, vive durante toda su vida haciendo que su carga de parásitos disminuya hasta un 73%.
Una pequeña molécula con que se podrían tratar superficies
Por el que han descubierto los científicos, esta bacteria segrega una pequeña molécula, la harman, que inhibe las primeras fases del crecimiento del parásito. Como que este compuesto puede ir a parar a los mosquitos no solo por vía oral sino también a través de la cutícula, por contacto, esto obe la posibilidad incluso de tratar las superficies donde se ponen este insectos para ‘desparasitar-los’.

Ante estos resultados tan prometedores, en un centro de investigación de campo controlado de Burkina Faso, denominado MosquitoSphere, ya se están llevando a cabo ensayos en condiciones reales para ver como a buen seguro y de efectivo seria usar esta molécula a gran escala para reducir la cantidad de parásitos de la malaria que hay en el interior de cada mosquito y, por lo tanto, hacer una pasa decisiva para controlar una enfermedad que, incluso a día de hoy, continúa matando más de 600.000 personas el año, a menudo niños de menos de 5 años.