Un equipo de investigadores de la Universidad de Michigan, en los Estados Unidos, ha anunciado el descubrimiento de una manera de tratar los acúfenos, un problema extraordinariamente molesto que puede provocar que quienes lo sufren sientan un silbido o zumbido constante que puede resultar ‘solo’ molesto o uno impedimento serio para llevar una vida normal. En un artículo publicado a ‘JAMA Network Open’, los científicos operan una puerta de esperanza para millones de personas en todo el mundo.
Una gran vez para la calidad de vida
Los acúfenos son una percepción de ruido en la oreja que no existe al exterior, que a veces tiene una causa física pero a veces no y que, en general, es crónico y puede provocar, incluso, pérdida de audición. La clave de este nuevo tratamiento es la investigación en como el cerebro procesa la información bisensorial, es decir, la que proviene de dos sentidos, y como se pueden aplicar estímulos personalizados para tratar los acúfenos.
Una combinación de estímulos sonoros y eléctricos
En el estudio participaron 99 personas con acúfenos somáticos, el tipo mayoritario, y que se caracteriza porque movimientos como pulsar la mandíbula o presionar el frente cambian el tono o el volumen de los ruidos que se sienten. Se dio al voluntarios un aparato portátil, que podían usar en casa y que estaba programado para el espectro de los acúfenos de cada uno de ellos, emitiendo un sonido parecido al que sienten y combinado con estimulación eléctrica para crear un efecto bisensorial.
Durante las dieciocho semanas de estudio, los participantes llenaron varios cuestionarios sobre cómo eran los suyos acúfenos y como de molestos los resultaban. Así es como se observó claramente que el tratamiento bisensorial resulta en una mejora de la calidad de vida y un descenso de los impedimentos que suponen los acúfenos para los quién lo sufren reduciendo, incluso, su volumen. Una mejora que se mantuvo incluso después de seis semanas sin tratamiento y que, cuanto más duraba este, más reducía los síntomas.
Una gran esperanza
Así pues, y a pesar de que todavía harán falta algunas pruebas más y conseguir los permisos necesarios para su comercialización, estos investigadores podrían haber descubierto una cura, o cuando menos un alivio, para un problema que puede ser enormemente molesto y que, fuera de algunos entornos concretos como los de los músicos, acostumbra a ser prácticamente desconocido o no se habla nunca.
