Uno de los primeros grandes depredadores que hubo a la historia, y uno de los más extraños que han existido, podría haber sido un animal de gustos delicados. Según explica un equipo de investigadores en un artículo publicado en ‘Proceedings of the Royal Society B’, la ‘Anomalocaris canadensis’ como es conocido científicamente, se alimentaba de presas blandas que cazaba al agua.
Una idea equivocada
Su nombre quiere decir «gamba anormal del Canadá» y parece que en su momento, hace 500 millones de años, era arriba de todo de la cadena alimentaria de los mares. Si bien hasta ahora se pensaba que usaba los apéndices espinosos que tenía a la cara para coger trilobites del lecho marino y chafarlos para devorarlos, los últimos análisis apuntan que podría no haberlo hecho y que, en cambio, se alimentaba de animales blandos.

Todo esto teniendo en cuenta que era un animal de la medida de un gato doméstico que en aquel momento, al Cambrià, era uno de los animales más grandes que se encontraba en el mar. Este hecho y que se hayan encontrado restos de trilobites lesionados había hecho pensar que el ‘A. canadensis’ era el responsable de estos ataques.
Un depredador primitivo pero especializado
Los investigadores han comparado los apéndices flexibles de este animal con el de algunos artrópodos modernos y calcularon qué debía de ser la dureza, el rango de movimiento y la posición ideal al nadar. Los resultados apuntan que debían de ser muy útiles en la hora de atrapar presas pero que, en cambio, debían de ser demasiado delicados como para atacar tomadas cuirasades. Además, la mejor manera de nadar con ellos debía de ser teniéndolos estirados delante.
Todo ello hace pensar que la ‘A. canadensis’, pues, estaba preparado para perseguir presas blandas, nadando a por el agua y atrapándolas con sus apéndices. Esto quiere decir, además, que incluso los primeros depredadores que existieron podrían haber estado cazadores especializados, dando una idea de la complejidad que, ya entonces, tenían los ecosistemas.