Un equipo de investigadores ha conseguido, parece, resolver el misterio de las conocidas como las ‘Cataratas de Sangre’ de la Antártida. Según explican en un artículo publicado a ‘Frontiers in Astronomy and Space Science’, después de más de un siglo, por fin se ha conseguido saber por qué el agua de un glaciar, cuando entra en contacto con el aire, se vuelve roja. Si lo han publicado en esta revista, además, es porque la razón pdoria ayudar los astrobiòlegs a entender mejor como puede evolucionar la vida en entornos tan inhóspitos como estos y, por lo tanto, a buscar indicios.
Un misterio que duraba desde 1911
El 1911, durante una expedición en la Antártida, un geólogo australiano denominado Thomas Griffith Taylor descubrió este salto de agua tan extraño y le puso el nombre por el que ha sido conocida desde entonces. Durante más de un siglo se han propuesto varias hipótesis para explicar este fenómeno insólito, pero no ha estado hasta ahora que, al parecer, se ha encontrado la respuesta.

Según los investigadores, el color del agua de las Cataratas de Sangre es a causa de unas nanoesferas ricas en hierro, silicio, calcio, aluminio y sodio, entre otros elementos. Como que las nanoesferas son amorfas, sin estructura cristalina, hasta ahora no habían estado detectadas porque técnicamente no son minerales, y ha estado justamente la exploración del espacio la que puso en marcha la investigación que ha permitido descubrirlas.
Las misiones en Marte han ayudado a encontrar la respuesta
Las misiones de la NASA en Marte hicieron despertar el interés para analizar las aguas de las Catarates de Sangre como si fueran un lugar de este planeta, con las mismas tecnologías que se usan allá. Así pues, consiguieron el espectroscopio Mossbauer de las misiones Spirit y Opportunity, un espectroscopio de visible a casi infrarrojo y el espectroscopio de infrarrojos de la Mares Global Surveyor y la Mares Odyssey, además de la difracción de rayos X in situ de la Curiosity y el espectroscopio Raman del Perseverance.

Con esta equipación de última tecnología y la microscopia electrónica se ha confirmado la presencia de aragonita, cuarzo, feldespato, calcita y otros minerales pero, en cambio, se refutó la idea que el color rojo fundido causado por óxidos de hierro, de que hay cantidades muy pequeñas. En cambio, el que sí que se han encontrado son nanoesferes ricas en hierro que, cuando se oxida en contacto con el aire, da al agua su color rojo caracerístic. Este, además, no actúa sol, sino que otros elementos presentes como el cloro, el magnesio y el sodio podan contribuïr- con los toques amarillos y naranjas que se observan en algunas partes.
Los hallazgos en la Antártida pueden servir para el espacio
Además de resolver este misterio de 112 años de antigüedad, la investigación sobre las Catarates de Sangre también indica otra cosa. El microscopio electrónico de transmisión que ha sido empleado en esta investigación ha dado algunos datos muy interesantes para comprender qué estaba pasando exactamente y, por lo tanto, podría ser útil para estudiar Marte del mismo modo que los aparatos desarrollados para las misiones en el Planeta Roig han servir en la Antártida. El problema es que, cuando menos de momento, es imposible llevar este instrumento hasta allá para poder estudiar en más profundidad los paisajes marcianos.

