Un equipo de investigadores de la Universidad de Massachusetts Amherst, en los Estados Unidos, ha anunciado la identificación de una pequeña cadena de microARN que es esencial para combatir el cáncer. En un artículo publicado en ‘Nature Communications’, explican cómo la let-7, que controla la capacidad de las células T de reconocer y recordar células tumorales, es la base de cómo funcionan las vacunas y que podría abrir el camino a nuevas estrategias de inmunoterapia para vencer la enfermedad.
Los linfocitos T, una pieza importante de las defensas del cuerpo
Una de las piezas importantes de nuestro sistema inmunológico son los linfocitos T, glóbulos blancos que luchan contra patógenos y contra células alteradas del propio cuerpo, como las del cáncer. La mayoría del tiempo están inactivas, pero cuando reconocen elementos externos empiezan a atacarlas. Después de destruir los invasores, se mueren, pero algunas sobreviven y se convierten en células de memoria que pueden estar alerta buscando lo mismo enemigo por volver a atacarlo rápidamente si reaparece.

Este es, precisamente, uno de los mecanismos de las vacunas, infectar el cuerpo con un elemento que las células T pueden atacar y recordar para estar a punto si, en algún momento, el patógeno aparece de verdad. Este mecanismo de memoria, pero, no ha sido nunca muy entendido, y además las células del cáncer tienen la capacidad de desactivar la reacción de estas células antes de que puedan atacar y recordar, permitiendo que crezcan y que hagan metástasis sin control.
Una cadena de miARN que regula el funcionamiento y la memoria
El que se ha descubierto ahora es que esta pequeña cadena de miARN, que es presente a todos los seres vivos desde los inicios de la vida animal, se expresa mucho a las células T y, cuanto más hay, más difícil es que una célula tumoral la pueda engañar y más probable es que acontezca una célula de memoria. Cuando esto pasa, está claro, puede recordarla y volver a atacarla.
Estas células, además, tienen algunas características parecidas a las de las células madre y pueden vivir hasta 70 años. Es por eso que este descubrimiento puede ser crucial para el desarrollo de una nueva generación de tratamientos con inmunoterapia, puesto que entender la regulación de la let-7 puede mejorar la memoria y la capacidad de las defensas de nuestro cuerpo.