La pastilla anticonceptiva masculina parece estar cada vez más cerca. Después de más de sesenta años desde la salida al mercado de la píldora femenina, las investigaciones de un equipo de la Universidad de Minnesota liderado por la profesora Gunda Georg están dando sus frutos. Este mismo diciembre, el grupo de Georg ha puesto en marcha la fase 1 del ensayo clínico que pretende valorar la seguridad, la tolerabilidad y el perfil farmacocinético (es decir, como evoluciona la concentración del fármaco y los productos derivados desde que entra al organismo) del que podría ser la futura píldora no-hormonal para hombres.
De momento, en el estudio participan una veintena de hombres británicos que serán seguidos en una clínica de Nottingham durante meses, y se prevé que los primeros resultados sean publicados el junio de 2024. La compañía biofarmacéutica americana que acompaña el proyecto,
En caso de ser así, significaría todo una revolución en la prevención de embarazos, tal como apunta Georg: “El mundo está preparado para un agente anticonceptivo masculino, y ofrecer uno libre de hormonas es simplemente el que hay que hacer, teniendo en cuenta el que sabemos sobre los efectos secundarios que las mujeres han sufrido durante décadas por culpa de la píldora”.
Ahora bien, ¿por qué se ha tardado tanto a desarrollar una píldora masculina?
Más allá de cierta problemática social, la contracepción masculina ha sido un reto mayúsculo para la investigación biomédica. De hecho, actualmente solo existen dos opciones contraceptivas masculinas viables y seguras: la vasectomía (conceptualmente irreversible, a pesar de que existe una posibilidad de recuperar posteriormente la fertilidad –no garantizada-) y los métodos de barrera (principalmente preservativos, que continúan siendo la única manera de prevenir simultáneamente el embarazo y las enfermedades de transmisión sexual).
El problema radica, en parte, en la naturaleza del sistema reproductor masculino y las características del proceso de producción de espermatozoos (conocido como espermatogénesis). A diferencia de las mujeres, que liberan tan solo uno (como máximo dos) oocitos por ciclo menstrual, la producción continua e ininterrumpida de millones de espermatozoos desde la pubertad hasta el final de la vida complica el diseño de estrategias de bloqueo total de la espermatogénesis.
Hasta ahora, los contraceptivos masculinos solo han conseguido reducir la cantidad de espermatozoos al eyaculado, pero no lo han anulado completamente, hecho que no garantiza el éxito total. Aparte, la mayoría de las propuestas planteadas han tenido por objetivo bloquear la testosterona, la hormona principal que controla la espermatogénesis, pero han sido invalidadas por un exceso de efectos secundarios (dadas las múltiples funciones de la testosterona al resto del organismo).
No afecta a las hormonas
Precisamente, el nuevo fármaco propuesto por el equipo de Minnesota, denominado YCT-259, no tiene por diana la testosterona ni cabe otra hormona: actúa directamente contra RARO-α, una proteína implicada en la formación de espermatozoos y relacionada con la vitamina A. Hacía años que se sabía que la deficiencia en vitamina A podía inducir infertilidad reversible en ratones y primates, y otros grupos de investigación habían trabajado en el bloqueo triple de RARO-α y dos proteínas hermanas (RARO-β y -γ), pero el grupo de Georg decidió centrar los esfuerzos en el bloqueo específico de RARO-α para disminuir los posibles efectos secundarios.
Después de diseñar más de 100 compuestos capaces de bloquear esta proteína, YCT-529 se determinó como el inhibidor más potente, suficiente para disminuir el recuento de espermatozoos a cero después de dos semanas y capaz de recuperar la fertilidad en el jefe de 4-6 semanas de finalizar el tratamiento.
Una píldora contraceptiva masculina de estas características permitiría hacer frente a la noción generalizada por la cual las mujeres cargan una mayor responsabilidad en la prevención del embarazo, y presentaría una alternativa que las libraría de los innumerables efectos secundarios de la pastilla femenina. Ahora bien, ¿tendría éxito esta alternativa? Según una revisión sistemática internacional publicada el 2021, una proporción sustancial de hombres estarían dispuestos a tomar una píldora anticonceptiva (entre el 34 y el 82%, dependiendo del país) y la gran mayoría de mujeres estarían de acuerdo (con voluntad de equilibrar responsabilidades entre géneros), por lo cual se presenta como una opción prometedora.
