Un equipo de astrónomos ha anunciado el descubrimiento de un objeto misterioso que, desde 1988, emite un pulso de energía cada 22 minutos. Presentado en un artículo en la revista ‘Nature’, ha sido denominado GPM J1839–10 pero los investigadores no tienen ninguna explicación sobre que puede causar este fenómeno, que no encaja con el que sabemos del funcionamiento del cosmos.
Tres explicaciones que no encajan
Según explican, el objeto se comporta más o menos como un púlsar, con flashes regulares. El problema es que, por el que sabemos de estas estrellas de neutrones, si fueran demasiado despacio dejarían de emitir y, hasta ahora, todos los que hemos descubierto lo hacían como mínimo una vez cada minuto, y no cada 22 como es este caso. Además, su intensidad es variable y a veces, cuando se espera una emisión, no ocurre, cosa que lo hace todavía más irregular.
Además de los púlsares, que por el que sabemos se comportan de una manera ligeramente diferente, los científicos también se plantean la posibilidad que el que han detectado sea un magnetar, otro tipo de estrella de neutrones con un campo magnético muy intenso y proclive a estallidos de energía. En este caso, pero, las emisiones de fotones son más energéticas que las detectadas y además, como pasa con los púlsares, los magnetars también giran más rápidamente que el objeto observado.

Una tercera posibilidad es que sea una enana blanca con un campo magnético inusualmente potente. En este caso, como que son objetos mucho más grandes que las estrellas de neutrones, su rotación es más lenta, pero jefe de las que hemos descubierto hasta ahora, y son miles, se comporta de manera parecida. De hecho sí que hay una que emite pulsos de manera regular, pero son mucho menos energéticos que los de GPM J1839–10.
El misterio continúa
Las opciones, pues, son muy pocas. Aun así, los investigadores afirman que, como que los objetos como este son muy difíciles de detectar, podría ser que hubiera molidos más pero que no los hemos descubierto. Encontrar más sería una posible manera de resolver el enigma pero, precisamente como que son difíciles de detectar, haría falta una dedicación enorme. Quién sabe si algún equipo de astrónomos se dedicará a la busca de estas emisiones misteriosas y, con el tiempo, se aconseguirar descubrir qué las origina.