La NASA ha empezado a construir un vehículo que tiene el objetivo de, en el futuro, explorar la superficie lunar en busca de hielo que pueda servir para crear no solo combustible de cohete sino incluso aire respirable para el establecimiento de bases permanentes. Denominado VIPER, puede ser una pasa muy importante para su colonización y, después de más de diez años de trabajo, por fin está a punto de convertirse en realidad.
VIPER son las siglas de Volatiles Investigating Polar Exploration Rover, un vehículo que durante los próximos meses será construido y probado y que, si todo va bien, saldrá hacia la Luna el noviembre de 2024. Diseñado para moverse entre cráteres oscuros, donde la luz del Sol no llega nunca, será el primer vehículo de este tipo que llevará luces frontales y servirá para mirar los rincones más fríos del satélite, donde podría haber agua helada, perfecta para ser empleada por los humanos que quieran instalarse.
Explorando los cráteres de los lugares más fríos de la Luna
La idea es que el VIPER, que pesa unos 450 kilos, use su batería de unas 50 horas, para conocer hasta el último rincón de estos cráteres y recoja información que pueda ser empleada para hacer un mapa de la disponibilidad de agua a la Luna. La misión, de principio a fin, tendrá un coste aproximado de 500 millones de dólares, incluido el lanzamiento, y es una de las más importantes que está preparando la NASA junto con el proyecto Artemis, cuando menos en cuanto a las que tienen que ver con el envío de humanos fuera de la Tierra.
Una materia prima con muchas utilidades
EL agua helada, al fin y al cabo, es una gran promesa para la exploración espacial allá donde se pueda encontrar. Por un lado, el hidrógeno y el oxígeno se pueden usar tanto para generar electricidad como combustible para cohetes o incluso convertirlos en aire para futuras infraestructuras habitables a la Luna. Es por eso que lo VIPER, además de cámaras y placas solares para alimentarse, llevará una broca de un metro para perforar el suelo buscando depósitos de hielo.
Antes de esto, está claro, los datos de todas las sondas anteriores que se han usado para analizar la superficie de la Luna servirán como guía para elegir cuáles son los lugares con más posibilidades, para limitar el alcance de una misión que, si todo va bien, durará unos cinco meses.
