Las muestras que la sonda japonesa Hayabusa2 obtuvo del asteroide Ryugu y que volvió a la Tierra en 2020 contienen restos de polvo estelar más antiguos que el Sistema Solar. Según afirma un equipo de científicos en un artículo publicado en ‘Science Advances’ estos materiales podrían ayudarnos a escribir la historia de nuestro vecindario cósmico puesto que, por el que afirman, este polvo proviene de los límites helados del Sistema Solar, una zona que, por razones evidentes, conocemos relativamente poco.
Un ejemplo único de la formación de casa nuestra
Así pues, la pulso estelar de las muestras es un ejemplo único de un tipo de material que no habíamos visto nunca en primera persona y, a la vez, es un ejemplo de las dinámicas y los procesos químicos que tienen lugar más allá de Plutón. Estos fragmentos del asteroide Ryugu son fruto de la visita que la sonda Hayabusa2 hizo entre 2018 y 2019, gracias a la cual hemos podido examinar el asteroide de maneras que serían imposibles tanto con un telescopio como con una sonda mismo.

Los análisis hechos a las muestras han determinado que Ryugu es un asteroide rico en carbono y con una composición parecida a algunos de los meteoritos más raros que se han encontrado en la Tierra. Además, parece que el agua lo alteró en algún momento de su historia. Los investigadores, además, han teorizado que Ryugu se formó a partir de los restos de un asteroide más gordo, destruido por una colisión.
Ceniza de estrellas muertas
En este caso, pero, los científicos buscaban restos de materiales formados de las cenizas de estrellas muertas. Una pulso que se puede detectar porque contiene una serie de isótopos diferentes de los que se forman al Sol y que señalan la procedencia lejana. Gracias al uso de varias técnicas de análisis, los investigadores encontraron dos granitos minúsculos que son químicamente diferentes del resto del asteroide, con menos oxígeno, magnesio y silicio y más hierro y azufre… y que contienen concentraciones elevadas de los llamados ‘grandes presolares’, formados de carburo de silicio y una cantidad importante de materia orgánica.

Por su composición, los científicos creen que estos grandes eran fragmentos de un cometa que se formó al cinturón de Kuiper, en las regiones externas del Sistema Solar, y que en algún momento fueron a parar a los restos del gran asteroide a partir de las cuales se formó Ryugu. Esto hace pensar que, quizás, Ryugu se formó mucho más lejos del Sol de dónde es ahora y que, en el camino, atrapó materiales diversos.
Todo ello puede ayudarnos a entender mejor qué eran los ingredientes originales a partir de los cuales se formó el Sistema Solar, el disco protoplanetario que se concentró alrededor del Sol y que, con el tiempo, fue creando los planetas. Encontrar un fragmento ‘inalterado’ de la fórmula original es, para los científicos, un descubrimiento emocionante.