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La brutal erupción de Tonga ayuda a prever futuras erupciones

Los volcanes son uno de los fenómenos naturales más destructivos del planeta Tierra. La lava, casi imparable, la lluvia de ceniza o los piroclastos, todos forman parte de un espectáculo de la naturaleza que puede llegar a arrasar poblaciones enteras en cuestión de horas (véase Pompeya) y una de las últimas grandes erupciones volcánicas fue la del Hunga Tonga-Hunga Ha’apai, un volcán oceánico en el océano Pacífico occidental en el reino de Tonga.

La investigación publicada en Geophysical Research Letters expone que la onda sísmica fue provocada por una fractura en un área débil de la corteza oceánica situada justo debajo de la pared de la caldera del volcán. Esta fractura causó que el agua del mar y el magma entraran en contacto y se mezclaran en el espacio sobre la cámara de magma del volcán, provocando una erupción que equivalió a la fuerza de cinco bombas atómicas.

Este descubrimiento de los científicos junto con el monitoreo de los volcanes y las ondas sísmicas puede representar un avance en la detección preventiva de las erupciones volcánicas, ya que los investigadores señalan que las señales tempranas, como pueden ser la onda sísmica registrada 15 minutos antes de la erupción del Hunga Tonga-Hunga Ha’apai, pueden advertir sobre otras erupciones inminentes en volcanes oceánicos remotos. Mie Ichihara, vulcanólogo de la Universidad de Tokio y uno de los coautores del estudio, destaca que «las alertas tempranas son muy importantes para la mitigación de desastres».

Los volcanes submarinos pueden generar tsunamis enormes, como pasó en 2022 en Tonga | NOAA
Los volcanes submarinos pueden generar tsunamis enormes, como pasó en 2022 en Tonga | NOAA

El Hunga-Tonga, una brutal erupción

El 15 de enero de 2022 este volcán submarino entró en erupción de forma sorprendentemente violenta. La fuerza de la erupción del Hunga-Tonga expulsó una energía récord, inyectando 58.000 piscinas olímpicas de vapor de agua a la estratosfera, desencadenando una tormenta eléctrica sin precedentes, generando un tsunami y con una potencia que equivalió a la fuerza de cinco bombas atómicas. Los investigadores explican que «muchas erupciones están precedidas por actividad sísmica» y que «estas señales sísmicas son sutiles y solo se detectan a varios kilómetros del volcán», tal como señala Takuro Horiuchi, estudiante de posgrado en vulcanología de la Universidad de Tokio y autor principal del estudio.

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