El sector del transporte marítimo mundial llegó este viernes a un acuerdo para reducir los gases de efecto invernadero. En concreto, se comprometió a ser neutral en carbono de cara en 2050, un anuncio que ha sido recibido de maneras muy diferentes. Así, si por ejemplo los pequeños estados insulares, los más amenazados por la subida del nivel del mar, se han mostrado satisfechos de este adelanto, los grupos de activistas por el clima creen que solo es una declaración de buenas intenciones que no servirá para nada.
Un sector muy intensivo en carbono y muy complicado de controlar
A día de hoy, los barcos emiten un 3% de los gases de efecto invernadero de origen humano y, a la vez, son una pieza crucial del comercio mundial porque transportan hasta un 90% de las mercancías. Su contribución al calentamiento global, pero, se tendrá que reducir a cero durante las próximas décadas, cuando menos si hagamos caso al que afirma este nuevo compromiso.
El problema, pero, es el de siempre: la dificultad de regular el transporte marítimo cuando, muy a menudo, los barcos están registrados en un país pero son propiedad de una empresa de otro país. Así, por ejemplo, países tan pequeños como Panamá, Liberia o las Islas Marshall tienen muchísimos barcos que navegan por el mundo bajo su bandera aunque, en realidad, no tengan absolutamente nada a ver.

Un compromiso que llega 8 años después de los Acuerdos de París
Esta situación, de hecho, fue la que impidió que el sector del transporte marítimo fundido incluido en los Acuerdos de París de 2015 para luchar contra el cambio climático. Y cuando el 2018 se acordó que reduciría sus emisiones de carbono en la mitad el 2050, a todo el mundo le pareció que era extremadamente poco en comparación con el que querían hacer el resto de sectores económicos del mundo.
Ahora, pero, gracias a la presión de varios estados del mundo, la cumbre del sector que ha tenido lugar en Londres ha pactado una nueva hoja de ruta para lograr la neutralidad «en o alrededor» del 2050. Una neutralidad que, como siempre, quiere decir una gran reducción de emisiones pero también la compensación de las que resulten imposibles de evitar, ya sea capturando gases de efecto invernadero de la atmósfera o comprando crédito de carbono, por ejemplo.
Unas negociaciones complicadas
Si los países occidentales y los países insulares querían que las emisiones cayeran un 50% el 2030 y un 96% el 2040, la oposición de China, Brasil y Arabia Saudí, entre otros, ha hecho que el objetivo se rebajara y que en vez de metas claras tenga que orientativas: reducir emisiones al menos un 20% el 2030 y al menos un 70% el 2040, indicando, pero, que las reducciones óptimas tendrían que ser del 30% y el 80%, respectivamente.

Desde el sector, Johannah Christensen, responsable del Foro Marítimo Global, afirmó que el acuerdo es «una mejora notable» y que la introducción de estas metas para 2030 y 2040 «envía una señal importante a los gobiernos y la industria». Sin embargo, pero, admitió que «se queda corto» en la hora de establecer «compromisos claros» para una «transición alineada con los Acuerdos de París».
Por otro lado, está claro, los grupos ambientalistas han criticado muy duramente este acuerdo puesto que supone una mejora muy pequeña respeto los planes que había hasta ahora. Si bien Madeline Rose, del grupo Pacific Environment, consideró que los nuevos objetivos «no son insignificantes», también apuntó que la estrategia hará que el sector agote su ‘presupuesto de carbono’ el 2032.