Las Comunidades Energéticas (CCEE) locales se han convertido en una excelente y ventajosa alternativa para gestionar el autoconsumo colectivo porque, además de poder agrupar actores y clientes diversos y heterogéneos (particulares, pymes, comercios, industria o administraciones públicas), permiten la generación propia de energía, la propiedad sobre las fuentes de producción, un considerable ahorro en la factura, el desarrollo económico de proximidad y el empoderamiento ciudadano a través de la autogestión de toda la cadena de explotación de la infraestructura energética. Incluso cuando las grandes multinacionales comercializadoras de electricidad, en sus páginas web, promocionan este tipo de agrupaciones, se puede deducir que los beneficios superan los inconvenientes.
Las actividades de estas CCEE (algo así como energéticas de kilómetro cero) habitualmente van más allá de la generación, distribución y consumo de la electricidad, y ofrecen otros servicios como las compras agregadas, movilidad sostenible, redes de calor, formación de sus miembros o auditorías energéticas.
Su forma jurídica puede ser variada, desde cooperativas, agrupaciones de consumidores y usuarios, fundaciones hasta consorcios, pero siempre sin ánimo de lucro porque los rendimientos económicos deben reinvertirse en beneficio de los socios o de la comunidad adherida. Y su constitución no es fácil ni rápida. Puede tardar entre uno y dos años.
Actualmente, en el estado español este tipo de colectividades no disponen de una legislación y normativa específica para su funcionamiento y se rigen por la de autoconsumo colectivo. El gobierno español aún no ha transpuesto al ordenamiento interno dos directivas de la Unión Europea, una sobre el régimen de las Comunidades Energéticas y la otra respecto a las Comunidades Ciudadanas de Energía.
En los últimos años, en Cataluña han surgido un montón de CCEE en todo el territorio. Veamos cuatro ejemplos: dos en Ulldecona (Montsià), la primera aprovechando una instalación fotovoltaica de uso comercial y la segunda con un régimen de gestión cooperativista. La tercera, de autoconsumo empresarial en el polígono industrial de Bufalvent en Manresa (Bages). Y la última, una sociedad mixta local, Energia del Prat, en el Prat de Llobregat (Baix Llobregat).
Beneficios para una instalación fotovoltaica
Els Valentins es un núcleo poblacional de 315 habitantes (cien casas) que pertenece al municipio de Ulldecona, cerca del Maestrat. Hace unos años, la compañía Eguzki SolarCat (eguzki en euskera significa sol) compró una finca de regadío abandonada para instalar allí un parque fotovoltaico de 9 megavatios (15,876 placas) de explotación comercial. El alcalde de Els Valentins, Alexis Agramunt, a pesar de ser consciente de los obstáculos que encontraría en el camino, vio en esta instalación una espléndida oportunidad no solo para sus vecinos sino también para el desarrollo agrícola del pueblo.

Tras negociar con la empresa propietaria, constituyeron una Cooperativa de Consumo de Usuarios y Usuarias (Comenval) para que Els Valentins aprovechara todo el potencial de ese parque, hasta el punto que el Institut Català de l’Energia (ICAEN) les ha otorgado una subvención de 44.500 euros para desarrollar el proyecto. Comenval tiene de momento 26 socios fundadores, cada uno de los cuales ha aportado 150 euros.
Como resultado del acuerdo, todas las casas del pueblo recibirán -durante el día- la electricidad de Eguzki SolarCat a un precio kilovatio/hora (kWh) que, en principio, se ha fijado en 0,075 euros, muy inferior al precio de mercado, que en marzo llegó a los 0,1232 euros de media. De momento, aún deben calcular la potencia que consumirán en total, según las características y necesidades de cada vivienda, pero con seguridad, según Alexis Agramunt, no alcanzará el megavatio/hora anual. Con esta solución, se ahorrarán el tedioso trámite de tener que repartir los coeficientes de consumo.
Agrovoltaismo
Como la finca de la planta fotovoltaica se ubica cerca de los regadíos del pueblo, los agricultores de la Comunidad de Regantes de Els Valentins también obtendrán un doble beneficio. Por un lado, una tarifa más barata para bombear el agua del acuífero del que se abastece (de 200 metros de profundidad) y, por otro, poner en marcha uno de los proyectos pioneros de agrovoltaica en Cataluña. Las placas fotovoltaicas estarán dispuestas en hileras entre pasillos de 7 metros de anchura, una distancia suficiente para poder plantar huerta, en un pueblo eminentemente agrícola que vive de los cultivos de olivos, almendros y naranjos. Y, en total, la finca tiene 15 hectáreas, 8 de las cuales se destinarán a cultivo.
El alcalde confía en que en verano la instalación ya pueda producir electricidad, pero mientras tanto deberá batallar con la distribuidora a través de la cual comprarán la energía y con las diferentes comercializadoras de cada vivienda y que, según Agramunt, le gustaría unificar. De momento, solo tiene buenas palabras para Eguzki SolarCat, ya que para que Els Valentins pudiera beneficiarse de la instalación fotovoltaica, la compañía incluso modificó el trazado de la línea de evacuación para acercarla al núcleo urbano y así superar la normativa que prohíbe conectarse a más de 500 metros de una planta de producción sobre tierra.
El camino que han encontrado en Els Valentins puede servir de ejemplo a otras poblaciones con parques de producción energética (eólicos o fotovoltaicos) a su alrededor.
Una cooperativa en Ulldecona
Hace unos años, el Ateneu Cooperatiu de les Terres de l’Ebre organizó una jornada sobre transición energética. Allí surgió la idea de constituir una cooperativa de consumidores y usuarios en Ulldecona con la ayuda de Som Energia y Som Comunitats aprovechando las instalaciones municipales.
El Ayuntamiento de este municipio del Montsià dispone de placas fotovoltaicas en dos polideportivos, de una potencia de 100 kilovatios en cada techo, que sirven para abastecer de energía a los edificios públicos. Pero la cooperativa quería ir más allá y extraer todo el rendimiento posible para compartirlo con los vecinos del pueblo. Ahora, después de un acuerdo con el consistorio, los socios de la cooperativa serán beneficiarios del 15% de la potencia total (30 kilovatios) que se repartirán en tramos lineales de un 1% para los clientes residenciales y de un 3,3% para comercios y pymes que no disponen de tejados para ubicar sus propias placas.
Marc Poy, que es portavoz, considera que la aportación inicial de 1.300 euros que ha hecho cada socio podrá amortizarse en un periodo de 4 o 5 años, gracias al ahorro en el tramo de consumo de la factura y aplicando fórmulas de eficiencia energética. Y cree, además, que el acuerdo alcanzado con el Ayuntamiento supone una buena solución para no malgastar los excedentes de producción y beneficiar al máximo de gente posible con un mínimo impacto ambiental.
Cuando esta fórmula esté en pleno rendimiento, la Cooperativa se plantea ofrecer otros servicios de mejora energética, como una plataforma para ajustar el consumo a la curva de producción horaria y maximizar la generación.
Comunidad Energética Empresarial en Manresa
La Asociación de Empresarios de Bufalvent de Manresa lleva muchos años, concretamente desde 1990, gestionando servicios compartidos en el polígono industrial que lleva su nombre, como la seguridad, la guardería, las comunicaciones de fibra óptica o la minimización de residuos. Pero el suministro eléctrico a las empresas quedaba descolgado, hasta que en 2020 decidieron dar otro paso adelante dada el impulso de las energías renovables. Primero con la ayuda del Ayuntamiento de la capital del Bages y luego con el apoyo técnico y legal de la Diputación de Barcelona. Dos años después, a través de una prueba piloto con 17 empresas, redactaron un plan de negocio sobre el modelo de gestión, la figura jurídica más adecuada a sus necesidades y, por tanto, la viabilidad de producir la energía que consumen las diferentes naves y fábricas del polígono.
Fruto de este esfuerzo colectivo nació Manresa Il·lumina, una Comunidad Energética Empresarial (CEE) a la que se han acogido 36 empresas y que, ahora, ya están instalando las placas fotovoltaicas que les permitirán producir la energía para llegar a ser autosuficientes.

Con una inversión de 645.000 euros y ocupando las cubiertas de 10 empresas, los paneles generarán un poco más de un megavatio de potencia que se repartirán todos los socios adheridos a la cooperativa mediante los correspondientes coeficientes e intentando extraer el máximo rendimiento para evacuar a la red la menor energía posible. Si inicialmente se situará sobre un 15%, la voluntad de la asociación es reducirla hasta el 5%.
Al ser empresas que mayoritariamente trabajan de día, el sistema de placas solares ha demostrado ser el más eficiente. Mientras, para los fines de semana o períodos no laborables, la asociación está trabajando para que otros servicios presentes en la rodalia puedan consumir y aprovechar la electricidad sobrante.
¿Y cómo funciona la comunidad? De los 36 socios, hay tres tipos: el que solo aporta la cubierta para ubicar las placas, el que únicamente consume (principalmente porque el techo de su nave no es apto para esta instalación) y el que agrupa a ambos: productor y consumidor a la vez. A partir de ahí, la CE le asignará un coeficiente, es decir, un número determinado de kWh que se pagarán mediante una cuota mensual. Y la experiencia seguro que tendrá éxito, porque están calculando un precio de entre 4 y 5 céntimos el kWh.
De esta manera, repartiendo costos y unificando esfuerzos, Manresa Il·lumina supondrá un ahorro significativo para las empresas asociadas mediante un sistema de autogestión y autoproducción energética con especial cuidado del medio ambiente.
Comunidad Ciudadana de Energía del Prat
Al Ayuntamiento del Prat de Llobregat le ha costado más de dos años poner en marcha una Comunidad Ciudadana de Energía, una sociedad mixta sin ánimo de lucro fruto de la colaboración público-privada entre el consistorio, pymes, diversas entidades de la ciudad y un buen número de ciudadanos y usuarios. Pero ahora ya ha comenzado a funcionar con 80 clientes conectados y otros 40 en trámite.
Energia del Prat –nombre comercial– está integrada por el Ayuntamiento (40%), otro 40% repartido entre pequeñas y medianas empresas, entidades del municipio (Cooperativa Obrera de Viviendas o Fundesplai) y socios privados y el resto, un 20%, por la asociación de usuarios que, a partir de un capital inicial, forman parte de la junta con derecho a voz y voto.
La comunidad surgió para obtener un mayor aprovechamiento de las placas fotovoltaicas instaladas en 22 edificios públicos y que, hasta ahora, evacuaban los excedentes a la red. Con la sociedad ya constituida, esta energía sobrante (alrededor de un 66% después de satisfacer las necesidades municipales) es la que se ofrece a los clientes de Energia del Prat mediante un reparto de coeficientes, como se hace normalmente en el autoconsumo colectivo.
Además de un precio kWh más atractivo que las comercializadoras del mercado, esta sociedad también aporta otros valores, como el hecho de no tener ánimo de lucro, la proximidad, al ser del mismo Prat de Llobregat, el sentimiento de pertenencia a la ciudad, la participación en la gestión y otros servicios como la compartición de vehículos eléctricos pertenecientes a la flota del Ayuntamiento.
Según Esther Garcia, concejala del Derecho al Agua y la Energía Públicas, la sociedad tiene sobre la mesa diversos planes de expansión para ampliar el número de consumidores y ofrecer servicios adicionales a los meramente clásicos de una comercializadora eléctrica. Ahora están trabajando, a través de un plan de ayudas del MITECO, en la compra de nuevas placas fotovoltaicas para ubicarlas en comunidades de vecinos o naves industriales mediante un convenio de cesión. La energía generada se destinaría en un 15% a los propietarios de la cubierta y el 85% restante a la Comunidad Ciudadana de Energía. O también con la instalación de una pérgola fotovoltaica, de un megavatio de potencia, en la masía Cal Monés.
Con el objetivo de satisfacer la demanda energética de futuros clientes, el Ayuntamiento ha llegado a un acuerdo con la diócesis para instalar paneles fotovoltaicos en dos iglesias del Prat, y la sociedad mixta se está planteando la posible compra de excedentes a otros consumidores industriales o logísticos que tengan instalaciones de este tipo.
Según Esther Garcia, desde el equipo de gobierno se están impulsando una serie de políticas para descarbonizar la vida cotidiana y hacer una transición hacia la energía renovable y sostenible que vaya más allá del suministro eléctrico. En diciembre, aprobaron una ordenanza municipal que permite ubicar placas fotovoltaicas en otros lugares de la vivienda además de los tejados, como la fachada sur o elevarlas dos metros por encima del suelo.