La sequía está haciendo estragos en una Cataluña que todavía tenía muy presente el mismo tipo de problema climático que se sufrió en 2008. Esta vez las consecuencias están siendo más graves y, de hecho, el Gobierno de la Generalitat de Cataluña ya ve “casi imposible” evitar la emergencia por sequía. En rueda de prensa, la portavoz del ejecutivo catalán, Patricia Plaja, destacó la situación de los embalses del territorio catalán, la cual calificó de «crítica», puesto que presentan una tendencia decreciente de sus reservas de agua.
En las cuencas internas solo hay dos embalses que superen el 50% de su capacidad, como son el de Foix (53,61%) y Pasteral (86,17%), mientras que en las cuencas del Ebro encontramos que hay más del doble de embalses superando la mitad de su capacidad, los de Baserca (60,73%), Camarasa (55,94%), Terradets (95,78%), Talarn (66,70%) y Riba-roja d’Ebre (89,89%), a los cuales se tienen que sumar dos embalses próximos al 50% como son el de Cavallers y Oliana, a pesar de esto, los embalses del Ebro se encuentran por debajo la media de los últimos cinco años.

Dos cuencas, dos realidades
La situación a las cuencas internas es la más delicada porque las reservas totales están al 16,6% de su nivel total. Una situación contrapuesta en el Ebro, donde a pesar de que la situación no es para tirar cohetes, sí que es notoriamente mejor, puesto que cuentan con unas reservas del 41,1% sobre su total. Los motivos de esta diferencia son múltiples, pero Eli Forés, de la asociación de Ecologistas en Acción de Cataluña, y Jesús Soler, del Grupo de Defensa del Ter, coinciden en uno: la diferencia de población a una banda y otra. Las cuencas internas tienen que suministrar agua, entre otras poblaciones, en el Área Metropolitana de Barcelona, es decir, para 3.303.927 habitantes, según datos del CON 2021, una cifra muy superior a la de la provincia de Tarragona, por ejemplo, que acoge a ‘solo’ 822.309 habitantes.
Este hecho lo destaca Jesús Soler, puesto que dice que uno de los factores principales por los cuales hay más agua a las cuencas del Ebro que a las internas es el hecho de tener que alcanzar en una población muy inferior. Pero Soler ha querido poner énfasis en otro aspecto, el regadío para la alimentación de esta masa de población: «los grandes consumidores no son los pueblos, son las industrias, la ganadería y la agricultura, son consumos no especificados». De hecho, Soler ha puesto el foco sobre la industria agrícola, pero la de masas «no el campesino que riega y hace como puede», sino que «la agricultura industrial es quien utiliza el regadío en más tierras y consume más agua».

Las administraciones, señaladas
Eli Forés ha seguido la línea de Soler de no culpabilizar la población civil de Cataluña por la sequía, pero en vez de las industrias del campo, Forés ha señalado directamente la industria turística y ha asegurado que «siempre pagan los mismos», refiriéndose en la población de Cataluña. La miembro de ecologistas en Acción de Cataluña ha recordado el papel de la Generalitat y la Agencia Catalana del Agua en este aspecto, un hecho el cual le sorprende, puesto que «el ACA tiene gente muy competente, muchos datos, y que nos digan (la Generalitat) que no saben cuánta agua gasta el turismo me parece desleal». Hay que recordar que durante el año 2022 Barcelona recibió casi 15 millones de turistas, es decir, casi el doble de la población del territorio catalán.
Jesús Soler ha criticado la permisividad con la cual se ha tratado la agricultura industrial: «se ha dejado hacer, y se sigue consintiendo de forma absurda y delictiva el consumo de agua de la agricultura y ganadería industrial, muchas granjas consumen el agua de consumo de la población, y se esconde, esta agua no está legalizada». Soler destaca la poca implicación de las administraciones, puesto que dice que primero se hacen las cosas y «después se pide la autorización».
Forés y Soler coinciden en la inmensidad de la industria ganadera y sus efectos nocivos, «esta agua que acaba en forma de cerdo genera purines y contamina las aguas para la población«, algo que comparte Forés, muy crítica con la contaminación de las aguas y las restricciones impuestas en la población, de la que dice que «no puede reducir más el consumo, se tiene que apretar el turismo».
