El último Balance de Salud Planetaria 2025 elaborado por el Laboratorio de Ciencias de Límites Planetarios del Instituto de Potsdam para la Investigación del Impacto Climático (PIK) alerta que la Tierra está bajo amenaza, ya que se han superado 7 de los 9 límites críticos del planeta. Concretamente, los investigadores destacan que se han superado los límites en cuanto al Cambio climático, Integridad de la biosfera, Cambio del sistema terrestre, Uso de agua dulce, Flujos biogeoquímicos, Entidades nuevas y Acidificación de los océanos, unos datos que alertan a la comunidad científica que destaca que todos estos indicadores están mostrando signos de deterioro. “Más de tres cuartas partes de los sistemas de soporte de la Tierra no se encuentran en la zona segura. La humanidad está sobrepasando los límites de un espacio operativo seguro, lo cual aumenta el riesgo de desestabilizar el planeta”, alerta Johan Rockström, director del PIK.
El Balance de Salud Planetaria 2025 indica que este 2025 la situación de la Tierra ha empeorado, ya que respecto al 2024 el indicador que evalúa la acidificación de los océanos ha empeorado -un hecho que atribuyen a la quema de combustibles fósiles y agravado por la deforestación y el cambio de uso del suelo- y los océanos cada vez pierden fuerza en su actuación como estabilizadores de la Tierra.
¿Qué implica la acidificación de los océanos?
Este último indicador que se ha superado ha encendido todas las alarmas dentro de la comunidad científica. Cabe destacar que la acidificación de los océanos tiene impactos directos en los ecosistemas y especies como los corales de aguas frías, los arrecifes de coral tropicales y la vida marina del Ártico están comenzando a sufrir los efectos de este fenómeno. Los datos muestran que desde el inicio de la era industrial el pH superficial del océano ha disminuido alrededor del 0,1%, un hecho que representa un aumento de la acidez de entre el 30% y el 40%. Especies como los pterópodos comienzan a escenificar problemas en sus conchas debido a esta acidez.
Los océanos se están acidificando, los niveles de oxígeno están disminuyendo y las olas de calor marinas están aumentando, tres factores que ponen una gran presión sobre los ecosistemas y tienen repercusiones globales hacia «la seguridad alimentaria, la estabilidad climática global y el bienestar humano», tal como destaca Levke Caesar, codirector del Laboratorio Científico de Límites Planetarios y uno de los autores principales del informe.
La doctora Sylvia Earle, oceanógrafa y Guardiana Planetaria alerta que este proceso de acidificación es una amenaza global porque «el océano es el sistema vital de nuestro planeta. Sin mares sanos, no hay planeta sano. Durante miles de millones de años, el océano ha sido el gran estabilizador de la Tierra: genera oxígeno, modela el clima y sustenta la diversidad de la vida. Hoy en día, la acidificación es una luz roja de advertencia en el tablero de instrumentos de la estabilidad de la Tierra. Si la ignoramos, corremos el riesgo de desmoronar los fundamentos mismos de nuestro mundo vivo. Protejamos el océano y nos protegeremos a nosotros mismos».

Los límites planetarios
Los científicos del PIK han determinado que los límites planetarios son aquellos procesos interconectados que sustentan la vida y que deben mantenerse dentro de límites seguros para mantener a la humanidad a salvo. Concretamente, se monitorean límites como si fueran los signos vitales del planeta. Boris Sakschewski, codirector del Laboratorio Científico de Límites Planetarios y coautor principal del informe, agrega que «las interconexiones entre los límites planetarios muestran cómo un planeta bajo presión, tanto a nivel local como global, puede afectar a todos, en todas partes. Garantizar el bienestar humano, el desarrollo económico y la estabilidad de las sociedades requiere un enfoque holístico donde la colaboración para encontrar soluciones en todos los sectores sea prioritaria».
«Estamos presenciando un deterioro generalizado de la salud de nuestro planeta. Pero esto no es inevitable. La disminución de la contaminación por aerosoles y la recuperación de la capa de ozono demuestran que es posible revertir el rumbo del desarrollo global. Incluso si el diagnóstico es desalentador, la cura sigue abierta. El fracaso no es inevitable; el fracaso es una elección. Una elección que debe y puede evitarse», sentencia el director del PIK, Johan Rockström.