Las energías nucleares son uno de los grandes motores energéticos de la humanidad actualmente -en espera de una transición final hacia las energías renovables-. A pesar de que tienen una importancia realmente destacada, sus residuos son un gran problema, especialmente a la hora de tratarlos y almacenarlos. Este hecho ha desencadenado una investigación del Centre National de la Recherche Scientifique (CNRS) para analizar y estudiar los residuos radiactivos que se encuentran ocultos bajo el Atlántico nororiental.
Los resultados del primer día de esta misión de exploración señalan que bajo las aguas del Atlántico, a unos 1.000 kilómetros de las costas de Galicia, hay ocultos más de 1.000 bidones que contienen material radiactivo a 4.500 metros de profundidad. Además, advierten que el robot submarino que está realizando las exploraciones aún no ha alcanzado la profundidad máxima que puede lograr, ya que puede sumergirse hasta los 6.000 metros, lo cual podría significar que estos más de 1.000 bidones radiactivos pueden ser una cifra ínfima en comparación con la final que se pueda obtener cuando termine la exploración. De hecho, desde el CNRS calculan que entre 1946 y 1990 se han vertido más de 200.000 bidones con material radiactivo en el océano Atlántico nororiental.

Una investigación amplia
La exploración de las aguas con este robot submarino forma parte de una investigación en aguas internacionales del proyecto Nodssum -en la cual también participan el Instituto Francés de Investigación para la Explotación del Mar (Ifremer) y la Autoridad de Seguridad Nuclear y de Radioprotección (ASNR)- para poder cartografiar la zona afectada y comprender mejor cuál es el impacto que puede tener esta radiactividad en la llanura abisal y cómo interactúan los ecosistemas marinos con esta radiactividad. Esta primera exploración del robot submarino -que aún debe descender más en las profundidades del Atlántico- es la primera etapa del proyecto.
Para evaluar el impacto de estos residuos radiactivos, los investigadores disponen de varios instrumentos para observar cómo afecta a peces y crustáceos, dispositivos especiales para recoger muestras de los sedimentos y del agua y además instrumento especializado para medir los flujos marinos de la zona. A pesar de esto, los investigadores destacan que no se podrán obtener resultados precisos hasta que se realicen estudios en los laboratorios.
Para la primera fase de esta investigación han elegido las costas gallegas por su peculiaridad, ya que es un terreno plano -en comparación con otras zonas del Atlántico- porque no hay volcanes ni fallas. Se espera que durante la segunda fase de la investigación se utilicen dos nuevos vehículos, uno operado a distancia y un submarino tripulado.
