Las botellas de plástico que no han sido recicladas y han ido a parar a los vertederos podrían tener un uso muy importante y que, además, permitiría ahorrarse el proceso que se lleva a cabo habitualmente por volver a usar el material. En un artículo publicado a ‘Waste Management’, un equipo de investigadores propone emplear todas estas botellas para estabilizar los muros de tierra que contienen los vertederos, impidiendo que se escapen productos tóxicos.
Un problema importantísimo
Tanto las botellas de plástico como los restos de tejidos son un problema cada vez más importante para los vertederos del mundo. Según algunas estimaciones, cada año se producen ciento millones de toneladas de PET, de las cuales solo una pequeña parte son recicladas después del primer uso. Así pues, son una de las fuentes más importantes de residuos de plástico a nivel global, y encontrar una manera de reaprovecharlos, sea como fuere, es muy importante.

Una posible solución eficaz y sencilla
Una de manera de hacerlo, como explican estos investigadores, es integrar el plástico en construcciones geotécnicas. Así, usando los plásticos sin tratar, se ahorra un proceso costoso de selección, traslado a una planta de reciclaje y tratamiento para la reutilización del material y, a la vez, se evita que acaben siendo simplemente otro contribuyente, uno muy importante, en la acumulación de desechos a los vertederos.
Como que el PEDO es un material que no es tóxico, que tarda muchísimo a degradarse y que es fácil de conseguir, su uso en el diseño de vertederos puede resultar muy interesante, si bien todavía hará falta hacer bastante más investigación para acabar de establecer su idoneidad y qué es la mejor manera de usarlo. Si se consiguiera, pero, no solo se evitaría el problema de estos residuos sino que también los daría más valor e impulsaría la recirculación.
