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Elaboran el mapa genético de los cánceres faciales de los diablos de Tasmania

El análisis genético y la elaboración de un mapa que muestra la evolución de los cánceres faciales que afectan los diablos de Tasmania puede ser una gran ayuda para la conservación de estos depredadores marsupiales. Publicado en la revista ‘Science’, este estudio supone la mirada más a fondo a esta enfermedad, que se transmite por los mordiscos que ya hace tres décadas que diezma las poblaciones de diablos de Tasmania y supone una amenaza para su supervivencia.

Dos enfermedades muy parecidas pero diferentes

Los diablos de Tasmania (Sarcophilus harrisii) son unos pequeños carnívoros nativos de la isla del mismo nombre y que, últimamente, han sido reintroducidos también en Australia. Estos animales sufren dos cánceres diferentes, denominados DFT1 y DFT2, que se transmiten igual y que causan tumores a la cara. Los cánceres contagiosos son enfermedades muy poco habituales pero que pueden ser muy peligrosas y, en este caso, los últimos 10 años casi dos tercios de la población de diablos de Tasmania han sucumbido a una de las dos enfermedades.

La seqüènciació de ADN es un proceso largo y complejo que ha avanzado mucho gracias a las mejoras tecnológicas | DOE Joint Genome Institute
La seqüènciació de ADN es un proceso largo y complejo que ha avanzado mucho gracias a las mejoras tecnológicas | DOE Joint Genome Institute

Sin embargo, hasta ahora no se sabía mucha cosa de cómo habían aparecido y evolucionado. Es por eso que este equipo de investigadores creó un genoma de referencia del diablo de Tasmania y lo comparó con el ADN secuenciado de 78 tumores DFT1 y 41 tumores DFT2, construyendo sus árboles genealógicos para saber qué fue el origen y qué mutaciones lo han hecho evolucionar.

El segundo tipo de cáncer es más nuevo pero avanza más rápidamente

Al parecer lo DFT1, que se ha esparcido por la mayoría de la isla, apareció el 1986, una década antes de que se detectara por primera vez en una hembra. El DFT2, en cambio, apareció mucho más tarde, el 2011, tres años antes de la primera detección, y solo es presente a una pequeña parte de la isla. A pesar de que los dos son genéticamente parecidos, el DFT2 muta tres veces más rápido, probablemente porque las células tumorales se deben de dividir más rápido. Falta saber, pero, si estas mutaciones son selectivas o no.

En la mayoría de casos, estos cánceres faciales no se encomiendan hasta que empiezan a aparecer los tumores, entre 6 y 12 meses después de la infección. El DFT2, pero, se desarrolla más rápido, y esto puede hacer que la enfermedad se propague más, dándole una ventaja evolutiva ante el DFT1. Este cáncer, además, es preocupante porque los diablos de Tasmania se están volviendo más resilientes ante la DFT1 y, así, volverán a ser vulnerables, especialmente a las zonas donde circulan ambas enfermedades. Se trata, pues, de un proceso evolutivo muy complejo que los investigadores están siguiendo en directo para ver como pueden intervenir.

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