La sociedad americana está afrontando un desastre como hacía tiempo que no veían. Unos incendios totalmente descontrolados están quemando el sur de California -afectando sobre todo Los Angeles- y las pérdidas comienzan a ser muy elevadas: 10 muertos, de momento, hogares, negocios y espacios de ocio destrozados y cerca de 15.000 hectáreas calcinadas. En Estados Unidos muchos buscan una explicación -Donald Trump ya ha cargado contra el gobernador de California por sus medidas sobre el agua- y expertos de las universidades americanas señalan a un factor común: el cambio climático. Daniel Swain, científico climático de la Universidad de California-Los Angeles (UCLA), señala que el riesgo de incendios forestales está aumentando en todo el mundo y en California en particular debido al fenómeno denominado como «latigazo climático» -cambios rápidos entre un clima muy húmedo y otro peligrosamente seco-. Esta postura la comparte el meteorólogo de la CNN, Chase Cain, quien explica que el «latigazo climático» explica por qué el cambio climático es la gasolina de los incendios que azotan Los Angeles. Cabe destacar, además, que estos incendios están siendo impulsados por los vientos de Santa Ana -vientos fuertes y extremadamente secos característicos del sur de California-.
La falta de lluvia, el factor clave
Los dos expertos coinciden en un hecho clave para explicar el motivo de la violencia de estos incendios: la mano del hombre. Tanto Swain como Cain señalan que el proceso de calentamiento global y el cambio climático derivado son los motores de las, cada vez más violentas, catástrofes naturales. Daniel Swain explica que la falta de precipitación durante el verano ha hecho que mucha de la vegetación de California haya muerto y sirva de combustible para los incendios. «Si hubiéramos visto precipitaciones significativas o generalizadas en las semanas y los meses previos a este evento, no estaríamos viendo el alcance de devastación que estamos viendo actualmente», lamenta el científico climático. Este es un aspecto que también señala Chase Cain, quien explica que el impacto de las industrias ha promovido el calentamiento global y, como consecuencia, el cambio climático, provocando que las estaciones de lluvia se desestabilicen y se vivan veranos muy secos.

«El calor secó las plantas, la hierba, los juncos, cualquier cosa y esto está creando más combustible para los incendios forestales», señala el meteorólogo. “Esta secuencia de ‘latigazos climáticos’ en California ha aumentado el riesgo de incendio dos veces: primero, al aumentar en gran medida el crecimiento de pasto y maleza inflamables los meses previos a la temporada de incendios, y luego al secarlos a niveles excepcionalmente altos con la sequedad y el calor extremos que siguieron”, sentencia el científico climático de UCLA