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El cambio climático, nuevo enemigo de la rosa de Sant Jordi

La fiesta de Sant Jordi volverá a teñir Cataluña del rojo intenso de los más de siete millones de rosas que, como cada año, se venderán a floristerías, paradas, escuelas o centros de trabajo. Estas rosas, pero, no provienen de Cataluña, sino que se importan de Colombia y Ecuador, los principales productores de esta flor. De hecho, a pesar de que todavía se comercializa mínimamente la rosa producida en territorio catalán, cada vez hay menos productores y, los pocos que quedan, prevén vender menos rosas esta fiesta. Este es el caso de en Joan Pons, un floricultor de Santa Susanna, que augura que este año venderá cerca de 50.000 rosas, un 15% menos que en la fiesta del año pasado. El motivo por el cual la producción de rosas ha disminuido significativamente con los años es que ha topado con un nuevo enemigo: el cambio climático.

Pons explica las altas temperaturas del invierno no favorecen el cultivo, puesto que sin las heladas que eran habituales los meses de enero y febrero, la rosa ve alterado su crecimiento: «El invierno caluroso hace que la rosa avance su crecimiento y el tallo quede más corta del que es habitual», lamenta el floricultor, que asegura que las flores quedan más «esbeltas» del habitual a causa de la luz del sol. Esta es la nueva realidad con la cual conviven los productores de rosas desde hace años, fruto de la emergencia climática, puesto que, mientras que hace un par de décadas había «unas veinte heladas» durante los dos primeros meses del año, este año solo ha habido «una helada y solo un ratito»: «Es muy poco», lamenta el floricultor. Así pues, si hace unos años el grosor de las rosas que salían de los invernaderos tenían unos tallos de hasta 80 centímetros, este año habrá como mucho de 70 cm y serán muy pocas, cerca de un 5%.

Preparación de rosas en un invernadero del Maresme / ACN

Roses importadas y estandarizadas

Teniendo en cuenta este nuevo factor que ha irrumpido en el azulejo de juego, el grosor de las rosas que se comercializarán por San Jorge acabarán siendo de importación y con formatos mucho más estandarizados. Para el floricultor, que las flores vengan atascadas hace «difícil» que el consumidor final pueda apreciar las diferencias respecto a la rosa autóctona. Para diferenciarlas, Pons asegura que hay que fijarse en la hoja, puesto que la rosa catalana la tiene «más buena» en comparación a la que proviene de Colombia y Ecuador, pero también apunta que en la flor no se pueden apreciar muchas diferencias. Es decir, que a simple vista las dos parecen iguales.

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