Los pilotos de Fórmula 1 parpadean aproximadamente en los mismos puntos del trazado a cada vuelta que hacen durante los entrenamientos y las carreras. Así lo afirma un estudio publicado hace muy poco en ‘iScience’ y elaborado por un equipo de neurocientíficos cognitivos de los Laboratorios NTT de Ciencia de la Comunicación, en el Japón. En este trabajo, los investigadores muestran que, a pesar de que se acostumbra a pensar que el parpadeo es un reflejo aleatorio, no siempre es así.
Una interrupción de la visión que puede ser fatal
Cada vez que parpadeamos dejamos de ver durante aproximadamente una quinta parte de un segundo, un instante para la mayoría de nosotros pero una ‘eternidad’ para un piloto de carreras. En el caso de la Fórmula 1, donde las velocidades a menudo superan de mucho los 300 kilómetros por hora, un coche puede avanzar unos 20 metros en el que dura un parpadeo y, teniendo en cuenta que parpadeamos unas 30 veces por minuto, la cantidad de información visual que pierde un piloto puede llegar casi a 600 metros por minuto, aproximadamente un 10% de la longitud total de una pista.
Es por eso que los investigadores quisieron ver como funcionaba la información visual de los humanos en actividades a velocidades extremas como por ejemplo las carreras de motor, donde lo más pequeño descuido puede tener consecuencias fatales. En colaboración con el equipo Dandelion Racing de la Súper Fórmula japonesa, se siguieron los movimientos de los ojos de tres pilotos en tres circuitos diferentes, Fuji, Suzuka y Sugo, durante 304 vueltas en total.
Resultados sorprendentes y que despiertan nuevas preguntas
Los resultados muestran que, sorprendentemente, los lugares donde parpadearon los pilotos eran previsibles. Los tres compartían un patrón de parpadeo que se relacionaba muy íntimamente con la aceleración. Así, cuando los pilotos estaban cambiando de velocidad o de dirección, tendían a no parpadear y lo hacían en zonas relativamente más rectas de los trazados.
A pesar de que pueda parecer lógico, hay que tener en cuenta que estos resultados también apuntan a un equilibrio precario entre la necesidad de mantener hidratados los ojos y, a la vez, no perder visión en el momento de llevar a cabo tareas muy delicadas. Así, ambas cosas tienen que encontrar un punto óptimo para funcionar de la mejor manera posible, especialmente si se está conduciendo un coche en una velocidad altísima. Los investigadores, pero, todavía no saben qué procesos cerebrales inhiben o permiten el parpadeo en cada momento, y esto es precisamente el que quieren estudiar en el futuro.
