La lengua materna de cada cual determina la forma de algunos circuitos cerebrales, dejando una marca biológica permanente. Según un nuevo estudio publicado a ‘NeuroImage’, las conexiones que se hacen en algunas regiones mientras crecemos reflejan las características de la gramática de cada idioma, adaptándose a los diferente tipo de exigencias cognitivas que suponen.
El trabajo se ha hecho con un grupo de hablantes nativos de alemán y de árabe, a que se han hecho casi un centenar de escáneres cerebrales, y los científicos han identificado diferencias importantes en las conexiones segundos la lengua materna de cada participante. Así pues, se podría decir que el idioma que hablamos mientras crecemos determina, hasta cierto punto, quién somos.
Cada idioma tiene dificultades diferentes
Cada lengua humana tiene sus particularidades. Algunas usan montones de sufijos y prefijos para crear palabras gordas y densas, otras permiten cambiar el significado de una frase alterando la orden de las palabras o la manera como suenan… Todo ello es procesado por el cerebro, entre varias regiones conectadas por la materia blanca, que extiende ‘cables’ de neuronas entre ellas y acelera la intercomunicación. Estas conexiones, de hecho, son parte de la manera como aprendemos puesto que, cuanto más las usamos, más fuertes se vuelven.

Cada parte del circuito cerebral del lenguaje tiene una función diferente pero, si bien la estructura general es universal, cada lengua tiene dificultades específicas que modifican las redes de materia blanca. Así, en el caso de los monolingües alemanes y árabes estudiados, los primeros tenían una red más densa al hemisferio izquierdo mientras que, los segundos, tenían más conexiones entre los dos hemisferios.
Diferencias que pueden afectar el procesamiento de la información en general
Teniendo en cuenta cada idioma y las regiones involucradas en las diferencias, los investigadores han podido establecer relaciones interesantes. Así, por ejemplo, la complejidad de los tríos de consonantes que emplea el árabe para construir palabras puede pedir un esfuerzo más grande en algunas regiones. El hecho que se escriba de derecha a izquierda, además, también podría explicar las conexiones extra entre hemisferios. El alemán, en cambio, tiene un orden complejo y flexible que permite muchas sutilidades de significado. Esta posibilidad, dicen los científicos, podría explicar la mayor densidad de las redes de materia blanca entro diferentes regiones del hemisferio izquierdo.
Si bien el estudio se fijaba solo en el lenguaje, el cierto es que partes de estos circuito tienen otras funciones. Así pues, la lengua podría cambiar regiones no-lingüísticas del cerebro y hacer que personas que hablan idiomas diferentes procesen la información de maneras diferentes. Una explicación biológica más profunda de la que se sirvió habitualmente cuando decimos que cada lengua es una manera de ver el mundo.