La creación de una batería totalmente comestible demuestra que el uso de materiales tóxicos no es imprescindible para fabricar este tipo de dispositivos, omnipresentes en nuestra vida cotidiana. Este invento, hecho por un equipo de ingenieros de la el Instituto Italiano de Tecnología, es presentado y descrito en un artículo en ‘Advanced Materials’. De momento, su capacidad es muy pequeña, pero como prueba de concepto resulta muy interesante.
Las pilas y baterías, un peligro para los niños
Además del gran problema que supone el uso intensivo de materiales y de recursos naturales para la fabricación de baterías, los investigadores pararon cuenta al hecho que hay muchos accidentes en que niños se tragan las baterías o las pilas de sus juguetes, relojes u otros aparatos, con consecuencias que pueden ser graves.
Es por eso que empezaron a trabajar en la que, probablemente, es la primera batería del mundo que no solo es seguro tragarse sino que está fabricada completamente con materiales que están autorizados como ingredientes para alimentos. Así pues, su uso en juguetes ahorraría centenares o miles de sustos a los padres de todo el mundo.
Aplicaciones al sector de la salud
Sus aplicaioncs, pero, no se acaban aquí, sino que también podrían tener de muy importantes al sector de la salud. El uso de aparatos electrónicos en miniatura, como por ejemplo robots que administran medicamentos o biosensores, todo aquello que lleva una batería y que se introduce en el interior del cuerpo humano, podría solucionar uno de los principales riesgos de este tipo de procedimientos médicos.
Los principales riesgos para la salud de las baterías
En general, los dos principales procesos por los cuales una batería o una pila perjudica los tejidos humanos es por la electrólisis del agua y por la misma toxicidad de sus ingredientes. En el primer caso, la separación del agua en oxígeno e hidrógeno, que es un gas explosivo, puede ser muy peligrosa si tiene lugar en el interior del estómago. Esto, pero, también se ha resuelto en el caso de esta pila, que tiene un voltaje de unos 0,65 voltios y que, por lo tanto, no es bastante potente como para que haya electrólisis. Además, está claro, no hay ningún material tóxico, de forma que supone un adelanto muy importante.
La ‘receta‘ de una batería como esta incluye quercetina (un pigmento de las almendras), riboflavina (vitamina B2), alga nori (empleada para envolver el sushi) y una solución basada en agua, además de carbón activado, cera de abeja, un poco de pan de oro y celulosa. Todo esto hace que la batería sea comestible pero, está claro, solo para la seguridad de los usuarios, especialmente de los niños, no como una cosa habitual.
Una idea con mucho de futuro
El principal obstáculo para la comercialización de esta batería, de momento, es su capacidad. Actualmente solo puede dar unos 48 microamperios de electricidad durante algo más de 10 minutos, suficientes para un dispositivo médico miniaturizado o una pequeña luz LED pero muy lejos de las pilas de un juguete o la batería de un teléfono móvil o un vehículo eléctrico. Sin embargo, la idea en sí es muy interesante.
El mismo equipo que ha inventado esta batería también está trabajando en otros aparatos y componentes electrónicos comestibles, como por ejemplo transistores. Con la combinación de todo, esperan poder construir dispositivos totalmente comestibles que puedan llevar a cabo tareas como por ejemplo controlar el nivel de acidez del estómago y, en el futuro, otras misiones todavía más complejas.
