La lucha contra el Alzheimer podría ser a las puertas de una nueva era en que la enfermedad, aunque no pueda curarse, pueda ser tratada de manera relativamente eficiente. Los resultados de la fase 3 de ensayos clínicos con el fármaco donanemab, publicados en la revista ‘JAMA’ confirman la eficacia de este medicamento en la hora de retardar el progreso y el deterioro cognitivo asociado, mediante la eliminación de las características placas de proteína beta amiloide que se forman al seso en los pacientes.
Tal como había anunciado la farmacéutica Eli Lilly hace poco menos de tres meses, el donanemab, un fármaco de anticuerpos, consigue frenar el adelanto de la enfermedad en aproximadamente un tercio si se administra durante las primeras etapas de la enfermedad, permitiendo que las personas diagnosticadas de Alzheimer puedan llevar una vida normal durante mucho más tiempo. Un gran adelanto con un medicamento que, al ensayo, se ha administrado una vez al más a 1.736 personas de entre 60 y 85 años a quienes hacía poco que se había diagnosticado esta demencia.

Una ralentización que puede llegar al 40%
Lo donanemab funciona del mismo modo que el lecanemab, otro fármaco prometedor en la hora de frenar la velocidad a que avanza el Alzheimer. Según los resultados, cuanto más poco avanzada está la enfermedad, mayores son sus efectos en la hora de retirar las acumulaciones de proteína beta amiloide. Además, los pacientes consiguen mantener mejor su vida normal, en aspectos como por ejemplo hablar de la actualidad, mantener conversaciones telefónicas o tener aficiones.
La ralentización general de la enfermedad se calcula en un 20-30% si bien, en algunos pacientes, llegó al 40%. De hecho, en mitad del quién recibieron el tratamiento se los suspendió después de un año porque se consideró que las placas se habían reducido bastante. Sin embargo, la proteína beta amiloide solo es una parte del Alzheimer y no está claro si, en un periodo de tiempo más largo, el fármaco continuaría marcando una diferencia tan importante. Sin embargo, este estudio es la mejor prueba que atacarla puede cambiar el relato que conocíamos hasta ahora del Alzheimer, retardando bastante el deterioro cognitivo.
A pesar de que es cierto que en un 30% de los pacientes se ha detectado inflamación del seso como efecto secundario, solo dos voluntarios, y posiblemente un tercero, murieron por cuya causa mientras que, en el resto, el problema se resolvió sin ni siquiera causar síntomas. Una circunstancia, a pesar de todo, que hay que recordar y, en caso de que el fármaco sea aprobado, informar los pacientes de esta posibilidad, por pequeña que sea.
