Un equipo de investigadores liderado por el Instituto de Salud Carlos III (ISCIII) ha identificado por primera vez cómo los nanoplásticos alteran las funciones tiroideas. El estudio, publicado en el portal Journal of Hazardous Materials, ha utilizado varios modelos celulares de laboratorio para analizar el impacto en las vías celulares tiroideas de nanopartículas de poliestireno, uno de los plásticos de uso más común y con más presencia en el medio ambiente.
Los investigadores han observado que estos nanoplásticos se acumulan extremadamente rápido en el interior de las células y afectan a los genes y las proteínas clave para la producción y transporte de hormonas tiroideas. Además, afectan directamente a moléculas clave como el transportador de yodo (NIS) y la tiroglobulina (Tg), así como a un aumento general del estrés oxidativo celular.
Los autores del estudio han utilizado técnicas de evaluación de riesgo de nueva generación para establecer un umbral de exposición en el cual se indica a partir de qué valor los nanoplásticos afectan la disrupción endocrina. Este umbral se ha fijado en 11 partículas por célula.
Los nanoplásticos, un peligro cada vez más real
Los nanoplásticos surgen de la degradación de plásticos mucho más grandes. Esta degradación termina provocando la generación de partículas plásticas inferiores a una micra y que, precisamente por su pequeño tamaño, suponen un grave riesgo para la salud humana, ya que pueden introducirse fácilmente en el cuerpo humano superando barreras biológicas y acumulándose en tejidos humanos.
Los investigadores alertan que estos nanoplásticos pueden llegar a alterar la homeostasis tiroidea en modelos ‘in vitro’, tal como indican los modelos celulares del estudio, y lo vinculan directamente con el riesgo de poder desarrollar enfermedades extremadamente nocivas para los humanos como el hipotiroidismo o trastornos del neurodesarrollo en personas expuestas a estos nanoplásticos. De hecho, los investigadores ponen sobre la mesa que estas partículas, tanto microplásticos como nanoplásticos, deberían incluirse en las evaluaciones de riesgo químico y desarrollar nuevas metodologías para evaluar la toxicidad de estas partículas y lo que puede suponer para la salud de los humanos.
