‘El deporte es salud’ es una de las frases que más se destacan de los beneficios de la actividad deportiva. Ahora, sin embargo, un nuevo estudio del Hospital Universitario de Bellvitge y el Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge (IDIBELL) y publicado en la revista ‘Journal of Eating Disorders’ señala que «la presión por mantener una determinada imagen corporal y las exigencias en algunas disciplinas deportivas pueden afectar el bienestar emocional de las personas deportistas.» La investigación liderada por el Dr. Fernando Fernández-Aranda, jefe de la Unidad de TCA del Servicio de Psicología Clínica de Bellvitge y colíder del grupo de investigación en Psiconeurobiología de los trastornos alimentarios y conductas adictivas del IDIBELL, ha podido identificar que, además, hay diferencias de género.
Concretamente, los investigadores señalan que las mujeres que han sufrido un trastorno de la conducta alimentaria (TCA) presentan unos niveles de ansiedad, insatisfacción corporal e ideas de suicidio mucho más elevados que la media, mientras que en el caso de los hombres los investigadores han podido detectar que muestran una preocupación por la imagen corporal menor a la media, un hecho que puede dificultar la detección del trastorno de la conducta alimentaria. Además, critican que las herramientas de detección de los TCA no están adaptadas a las manifestaciones del trastorno y señalan que «mientras que las mujeres pueden expresar deseo de pérdida de peso, los hombres suelen enfocarse en el aumento de masa muscular y la mejora del rendimiento deportivo.»
¿Deporte, un arma de doble filo?
En un comunicado, el Hospital de Bellvitge señala que «la práctica deportiva de alto nivel puede ofrecer beneficios para la salud mental gracias a la estructura, la disciplina y el seguimiento médico» aunque a la vez puede ser un arma de doble filo y «cuando se dan factores como la obsesión por el peso, la exigencia extrema, la dieta restrictiva o la falta de apoyo una vez termina la carrera deportiva, pueden aparecer conductas de riesgo y malestar psicológico.» Es por esto que el equipo de investigación -formado por Magda Rosinska, Dorotya Soós, Laura Gálvez Solé, Roser Granero, Isabel Sánchez y Susana Jiménez-Murcia, del Hospital de Bellvitge, así como Ana Ibáñez-Caparrós, del Departamento de Psiquiatría del Hospital Universitario Germans Trias i Pujol de Badalona, y colaboradores de Alemania y Hungría- asegura que es necesario que se adapten las estrategias de prevención y detección precoz del TCA en el deporte de alto nivel y que estas estrategias también se adapten según el género y las situaciones personales de las personas. “Es necesario revisar las herramientas de cribado para adaptarlas a las diferentes formas que puede adoptar un TCA según el género, el contexto y el tipo de deporte”, asegura Fernández Aranda.

Otro aspecto fundamental es cuán extendido está el concepto de ‘mens sana in corpore sano’. Los investigadores señalan que el deporte es una herramienta fundamental para proteger la salud mental, pero que también puede llegar a generar situaciones de vulnerabilidad cuando la práctica deportiva prioriza rendimiento, nutrición o imagen corporal por encima del bienestar que puede causar.