Chernóbil fue uno de los grandes desastres del mundo moderno. La explosión del reactor 4 de la central de Prípiat supuso un antes y un después en la sociedad soviética y en todo el mundo. Desde el accidente nuclear, las tierras cercanas a Chernóbil y Prípiat han sido descartadas para cualquier uso agrícola, aunque un estudio reciente dirigido por la Universidad de Portsmouth y el Instituto Ucraniano de Radiología Agrícola ha desarrollado un método que permite reevaluar de forma segura cuál es el estado de las tierras agrícolas afectadas por la explosión y aseguran que bajo un control estricto se puede cultivar de manera segura en esta zona del mundo.
La investigación conjunta abre la puerta a la recuperación para uso agrícola de estas grandes extensiones de tierra y puede suponer un cambio de paradigma en lo que se conoce como la «Zona de Exclusión de Chernóbil», los más de 4.000 kilómetros cuadrados que rodean la central nuclear. Aunque el accidente nuclear fue el más grande jamás registrado, una vez superas la zona de exclusión hay una segunda zona de 2.000 kilómetros cuadrados conocida como «Zona de Reasentamiento Obligatorio», una extensión de terreno que nunca fue completamente abandonada y en la que los ucranianos han seguido viviendo con escuelas y tiendas, aunque la ley ucraniana prohíba la inversión ni el uso de la tierra.
Controlar y medir la radiación, la clave del retorno de la agricultura a Chernóbil
La búsqueda de retornar a la ‘normalidad’ en Chernóbil es una de las obsesiones de los científicos desde la década de los 90 y de hecho diversos agricultores han violado, de forma reiterada, la normativa del país y hace años que comenzaron la producción no oficial en algunas zonas cercanas. Con este nuevo estudio, en el cual se ha utilizado un campo de pruebas de 100 hectáreas en la región de Jitómir (a unos 150-200 kilómetros de Chernóbil) para desarrollar un protocolo simple que evalúe los niveles de contaminación y se pueda predecir la absorción de sustancias radiactivas en cultivos clave como la patata, los cereales, el maíz y el girasol.

Los investigadores han analizado las muestras del suelo y se midió la radiación gamma externa. Gracias a estos trabajos pudieron detectar que la dosis de radiación efectiva para los trabajadores agrícolas está muy por debajo del umbral de seguridad nacional de Ucrania y que, además, son notablemente inferiores a los niveles que se experimentan de manera natural en el mundo.
Estos hallazgos hechos por los investigadores demuestran que la creencia de los agricultores que desobedecieron las órdenes ucranianas no eran infundadas y, además, abren la puerta a que la agricultura regrese a Chernóbil siempre que haya una supervisión adecuada y el cumplimiento de las normativas ucranianas de seguridad alimentaria.
