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Un estudio alerta del impacto del uso de la IA en el cerebro humano

Las nuevas tecnologías y la inteligencia artificial se han convertido en una parte casi imprescindible del día a día de los humanos. En muchos aspectos pueden ayudar claramente a simplificar procesos, pero un estudio del Massachusetts Institute of Technology y la Universidad de Cornell adverte que el uso de la IA puede tener un impacto drástico en el cerebro humano.

Los investigadores señalan que durante el seguimiento de los 500 participantes en el estudio pudieron observar que, después de cuatro meses, aquellos usuarios que hicieron un uso frecuente de la IA de ChatGPT desarrollaron un deterioro notable del rendimiento neuronal, lingüístico y conductual. Es decir, aquellas personas que delegaban las tareas cognitivas complejas a ChatGPT terminaban generando un efecto adverso, produciendo trabajos de menor calidad y mostrando un deterioro gradual en habilidades lingüísticas clave.

Utilizar un recurso o depender de él

Una de las cosas que más preocupa a los investigadores no es el impacto de la IA en el cerebro humano en sí, sino que se pueda normalizar su utilización y dependencia en el día a día y, por tanto, se maximicen las consecuencias cognitivas que tiene para los humanos. De hecho, piden moderar la utilización de este tipo de herramientas, ya que creen que no es el uso de este tipo de recursos sino el uso sin criterio de herramientas como ChatGPT lo que puede afectar directamente al cerebro de las personas. En este aspecto hacen la analogía con una calculadora, ya que un uso indiscriminado de este aparato hace que se atrofie la agilidad mental para resolver operaciones básicas como sumas, restas, multiplicaciones o divisiones. Los investigadores, sin embargo, no se muestran contrarios a la utilización de estas herramientas, pero sí que piden que se tenga un equilibrio en su utilización.

En un ensayo elaborado a partir de este estudio del MIT se muestra, por otro lado, que aquellos usuarios de IA que solo eran consumidores de respuestas sufrían un deterioro de las capacidades cognitivas, mientras que aquellos que utilizaban la IA para poder expandir sus ideas y su conocimiento mostraban mejoras en el pensamiento crítico y en la estructuración de argumentos, un aspecto por el que el autor destaca que el problema no es la utilización de estas tecnologías sino cómo se integran en nuestras necesidades y procesos mentales.

Inteligencia artificial | Pixabay
Inteligencia artificial | Pixabay

Otra de las cosas que se destacan del estudio es la importancia del contexto. Los investigadores pudieron determinar que muchos de los participantes del estudio trabajan en ambientes en los cuales hay una presión de tiempo, es decir unas condiciones laborales que son propensas a la automatización de tareas repetitivas. De hecho, en el estudio se señala que en este tipo de entornos laborales la utilización de estas tecnologías no se trata de una elección voluntaria sino que es casi una obligación, ya que se demanda una gran productividad y, por tanto, hay un uso pasivo de la herramienta y se le da más valor al resultado inmediato que al pensamiento profundo, un tipo de escenarios que multiplican los efectos negativos de la IA sobre el cerebro humano.

Una herramienta muy extendida en los jóvenes

La aparición de la IA ha irrumpido de forma drástica en la vida de los humanos. El sector poblacional más afectado por esta irrupción son los adolescentes, que ya son nativos digitales y que ven cómo la utilización de la IA puede simplificar sus trabajos académicos y acercarlos a los resultados esperados. Ante esta situación, se dibuja un horizonte en el cual hay un interrogante claro, que es cómo se puede integrar esta tecnología en la vida diaria de las nuevas generaciones sin que suponga un perjuicio para el cerebro y que no sustituyan los procesos mentales. Els investigadores señalan que el aprendizaje profundo requiere fricción, esfuerzo, ensayo y error y que su utilización como sustituto de los procesos mentales puede generar una sociedad intelectualmente más frágil.

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