España sufre una ola de incendios que, si no es ya la peor de la historia, será una de las peores. De hecho, esta ola de incendios forestales no solo afecta la tierra quemada y el ecosistema, sino que también provoca una gran cantidad de emisiones. El Servicio de Monitoreo Atmosférico de Copernicus (CAMS) señala que las emisiones emitidas son las más grandes desde 2003. El CAMS indica que a principios de agosto las emisiones de carbono acumuladas debido a los incendios forestales estaban por debajo de la media estacional, una cifra que ha cambiado drásticamente en pocos días, cuando los incendios han aumentado en cantidad y violencia.
Este aumento de la violencia y la cantidad de los incendios ha hecho que la cifra de emisiones acumuladas de carbono se haya disparado y elevado por encima del total anual más alto registrado en los últimos 23 años, tal como señalan los datos del CAMS.
Una cifra de emisiones que sobrepasa los límites recomendables de la OMS
Estos incendios han hecho que las observaciones de la red española de vigilancia de la calidad del aire y del sistema de predicción y vigilancia del CAMS alerten que la calidad del aire de varios puntos de España se ha deteriorado de forma drástica y las concentraciones de partículas finas PM2.5 se han situado muy por encima de lo que recomiendan las directrices de calidad del aire de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que marcan un límite medio de 15 picogramos por metro cúbico para PM2.5.

Es importante destacar que esta afectación en el aire no se ha situado solo donde se han producido los incendios, epicentros del fuego y del humo, sino que el viento ha hecho que las columnas de humo se hayan propagado a través de decenas y cientos de kilómetros de la geografía española y ha ido reduciendo la calidad del aire según se iba propagando.

