Un nuevo estudio señala que la falta de gravedad en el espacio provoca problemas en la salud ocular de los astronautas que participan en las misiones espaciales de seis a doce meses a bordo de la Estación Espacial Internacional (ISS). Los investigadores señalan que el 70% de los astronautas de la ISS sufrieron el síndrome neuroocular asociado a los vuelos espaciales (SANS).
El equipo de investigación, dirigido por Santiago Costantino, oftalmólogo de la Universidad de Montreal, evaluó tres parámetros oculares -rigidez ocular, presión intraocular y amplitud del pulso ocular- antes y después de las misiones de los 13 astronautas del equipo canadiense de la NASA que pasaron entre 157 y 186 días en la ISS.
Cambios significativos en los tres parámetros
Los investigadores pudieron comprobar que los tres parámetros sufrieron una disminución respecto a los datos ‘normales’. Concretamente, la rigidez ocular, la presión intraocular y la amplitud del pulso ocular disminuyeron un 33%, un 11% y un 25% respectivamente. El equipo de investigación, además, pudo observar que los astronautas presentaban una reducción del tamaño de los ojos, alteración del campo focal y en determinados casos pudieron ver que había un edema del nervio óptico y pliegues retinianos.
Santiago Costantino explica que «la ingravidez altera la distribución de la sangre en el cuerpo, aumentando el flujo sanguíneo en la cabeza y ralentizando la circulación venosa en el ojo», motivo por el cual se explicarían estos cambios en los ojos de los astronautas, ya que «probablemente, esto es lo que provoca la expansión de la coroides, la capa vascular que nutre la retina».

Los investigadores señalan que hay varios motivos que pueden explicar estos cambios. Uno de ellos sería que la expansión de la coroides durante la ingravidez puede hacer que el colágeno que encontramos en la capa externa del ojo se estire; y esto haga que se puedan observar estos cambios en las propiedades mecánicas del ojo. Una de las otras explicaciones que esgrimen los investigadores es que las pulsaciones sanguíneas en microgravedad pueden crear un efecto de golpe de ariete en el que los cambios repentinos en la presión del flujo sanguíneo provocan un choque mecánico en el ojo, esto conduce al cuerpo humano a remodelar de forma drástica el tejido.
Resultados que exigen prudencia
Los investigadores restan hierro a los datos obtenidos y a la vez la comunidad científica pide prudencia a la hora de hablar de misiones espaciales más largas. El equipo de investigación explica que estos cambios en los ojos de los astronautas no deben preocupar cuando la misión espacial dura entre seis y doce meses, ya que a pesar de que el 80% de los astronautas analizados desarrollaron alguno de los síntomas, sus ojos volvieron a la normalidad cuando regresaron a la Tierra.
Aunque en la mayoría de los casos el uso de gafas correctoras puede ser suficiente para evitar o corregir estos síntomas la comunidad científica pide prudencia a la hora de pensar en misiones espaciales más duraderas como podría ser un vuelo hasta Marte, ya que aún no se conocen todos los efectos que tiene una exposición prolongada a la microgravedad sobre la salud ocular de los astronautas.