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La tumba ‘maldita’ de un emperador chino que aterroriza a los arqueólogos

En el año 1974, unos agricultores de la provincia china de Shaanxi se toparon por error con la tumba de Qin Shi Huang, el primer emperador de la dinastía Qin que gobernó el imperio chino entre el 221 y el 210 a.C. El descubrimiento, declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO en 1987, consta de una necrópolis internacionalmente reconocida de 60 kilómetros cuadrados y que está custodiada por los famosos guerreros de terracota, esconde un secreto que aterroriza a los arqueólogos y que hace que no se atrevan a entrar. Dentro de la tumba hay una cámara funeraria que no se ha abierto desde que se descubrió (aunque tiene más de dos milenios) porque podría estar llena de trampas que habrían sido instaladas para proteger el descanso eterno de Qin Shi Huang y que resultarían altamente tóxicas y peligrosas para los humanos.

La cámara funeraria del terror

La leyenda de la ‘tumba maldita’ surge a partir de varios textos históricos del historiador chino Sima Qian. En estos textos, Qian señala que el interior del sepulcro del emperador estaría custodiado por un mapa en miniatura del imperio chino, y en este mapa los ríos y lagos del imperio estarían representados por mercurio líquido; un metal que en las sociedades antiguas era considerado como un ‘elixir de vida’, pero que se ha descubierto que es un material radicalmente tóxico. “Se construyeron palacios y torres panorámicas para cien funcionarios, y la tumba se llenó de artefactos raros y tesoros maravillosos. Se ordenó a los artesanos que fabricaran ballestas y flechas preparadas para disparar a cualquiera que entrara a la tumba. Se utilizó mercurio para simular los cien ríos, el Yangtsé y el río Amarillo, y el gran mar, y se hizo que fluyera mecánicamente”, relatan los textos de Sima Qian.

Un estudio publicado en el portal científico Nature dio verosimilitud a las crónicas de Sima Qian. Los científicos pudieron detectar unos niveles de mercurio que sobrepasaban con creces la media ambiental de la atmósfera de la tumba. El estudio señala que «el mercurio altamente volátil puede estar escapando a través de las grietas, que se desarrollaron en la estructura con el tiempo», un motivo que lleva a los arqueólogos a tener pánico de entrar y perturbar el descanso eterno de Qin Shi Huang.

«Se ordenó a los artesanos que fabricaran ballestas y flechas preparadas para disparar a cualquiera que entrara a la tumba. Se utilizó mercurio para simular los cien ríos, el Yangtsé y el río Amarillo, y el gran mar, y se hizo que fluyera mecánicamente”, relatan los textos del historiador Sima Qian | Wikimedia Commons

La historia carga de motivos el miedo sobre la maldición de la tumba

El miedo de los arqueólogos no es infundado. Uno de los grandes descubrimientos arqueológicos de la historia también dio paso a una de las leyendas más terroríficas. La leyenda de la maldición de Tutankamón -que señala que todo aquel que se atreva a abrir la tumba del faraón sufrirá las consecuencias- comenzó cuando Lord Carnavon murió medio año después del descubrimiento de la tumba en el año 1922. Años más tarde, otros de los miembros de la expedición también murieron, como es el caso de Arthur C. Mace o James Henry Breasted, que perdieron la vida 6 años y 13 años después de abrir la tumba del faraón.

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