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La peste negra podría haber llegado a la Europa medieval por la actividad volcánica

Un nuevo estudio elaborado conjuntamente por el Instituto Leibniz de Historia y Cultura de Europa del Este (Alemania) y la Universidad de Cambridge (el Reino Unido) ha señalado la actividad volcánica durante la época medieval como el motivo por el cual la peste negra habría llegado a Europa y habría desencadenado la ola de muerte que durante seis años diezmó la población europea.

Los investigadores revisaron los datos (publicados en estudios anteriores) de anillos de árboles de ocho regiones europeas, las estimaciones de los niveles de azufre volcánico derivadas de núcleos de hielo recolectados en la Antártida y Groenlandia y los documentos de la época en los cuales se describen la peste negra y las erupciones volcánicas. Según los investigadores, la actividad volcánica en un lugar desconocido de los trópicos alrededor del año 1345 d.C. provocó un aumento de los niveles de azufre y cenizas en la atmósfera, así como condiciones de humedad y frío en todo el sur de Europa y la región mediterránea (al inicio de la pequeña edad de hielo).

La situación climatológica generada por este enfriamiento causó estragos en la agricultura europea (especialmente en el Mediterráneo, ya que en testimonios escritos de la época se detalla cómo estas condiciones provocaron malas cosechas y hambre en muchas zonas de España, el sur de Francia, el norte y centro de Italia, Egipto y el Levante) y, según los investigadores, obligó a las ciudades-estado de la península Itálica (como Venecia o Génova) a importar el grano de la región del mar Negro, desde donde la bacteria de la peste (Yersinia pestis) habría desembarcado en Europa.

Según las fuentes escritas consultadas por los investigadores, la llegada de estos barcos llenos de grano proveniente de Oriente rescató a la población europea de los efectos del hambre, pero al mismo tiempo coinciden con los brotes de peste descritos en las ciudades importadoras de grano, motivo por el cual se señala la hipótesis de que las pulgas y ratas infectadas por la peste habrían llegado en estos barcos a las grandes ciudades itálicas desde donde se propagó la mortífera plaga.

«La Italia de la baja edad media estaba altamente urbanizada, y el surgimiento de ciudades-estado autónomas entre mediados del siglo XII y alrededor del 1350 d.C. implicó un complejo sistema de suministro de grano para garantizar la seguridad alimentaria. Las ciudades-estado establecieron instituciones y comenzaron a importar grano a largas distancias, debido a sus poblaciones en rápido crecimiento y el alcance limitado para expandir la productividad de sus sistemas agrícolas», destacan los investigadores a la vez que ponen énfasis en el hecho de que «solo Milán y Roma eran en gran medida autosuficientes, mientras que Bolonia, Florencia, Génova, Siena y Venecia, así como muchas ciudades más pequeñas, dependían de las importaciones de grano».

Enterramiento con los restos del siglo XIV del cementerio parroquial de la iglesia de Santa María del castillo de Besora en el que las investigadoras de la UAB han identificado el ADN antiguo de la bacteria de la peste negra, Yersinia pestis | UAB
Enterramiento con los restos del siglo XIV del cementerio parroquial de la iglesia de Santa María del castillo de Besora en el que las investigadoras de la UAB han identificado el ADN antiguo de la bacteria de la peste negra, Yersinia pestis | UAB

La peste negra en Europa

La llegada de la peste negra a Europa coincidió con un momento extremadamente delicado para la sociedad europea. Varias hipótesis sitúan el origen de la peste en el norte de China en el año 1346, desde donde se habría propagado sin control hasta Siria, las regiones conocidas como Anatolia y Tracia (en terminología romana) y de allí hasta Grecia, Egipto y los Balcanes. Un año más tarde la peste llegó a la península Itálica y se extendió por todo el continente europeo donde hasta 1353 (cuando los focos de la enfermedad desaparecieron) exterminó entre un tercio y el 60% de la población del Viejo Continente (entre 20 y 50 millones de personas).

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