Los primates, igual que los humanos (la especie más evolucionada), tejen vínculos -‘amorosos’ o ‘reproductivos’ entre machos y hembras. Un estudio dirigido por las primatólogas Liesbeth Sterck, de la Universidad de Utrecht, y Julia Ostner, de la Universidad de Göttingen, señala que estos vínculos no solo se establecen por afecto, sino que también buscan un beneficio claro para las dos partes y una protección y control reproductivo de la especie.
Las investigadoras señalan que este nuevo estudio aporta información teórica sobre cómo se forman estos vínculos y sobre todo el papel decisivo que tienen las hembras.
Los vínculos que forman los primates
Como también pasa en los humanos, algunos primates machos y hembras se llevan bien y otras no. La mayoría de los estudios se han centrado siempre en los machos y centrándose en la mera atracción física hasta procesos evolutivos profundamente arraigados. Los investigadores, pero, han realizado un mapeo de centenares de observaciones de primates de las últimas décadas en los cuales se indica el papel clave de las hembras en las «amistades con beneficios» entre primates machos y hembras suelen evolucionar cuando los dos pueden obtener algo. Las hembras, pero, tratan con quién aparejarse, mientras que los machos buscan cuidar y proteger las crías.

Este hallazgo tiene una gran importancia, sobre todo si se extrapolan los resultados a los grupos, puesto que los machos no podan simplemente dominar las hembras y las crías del grupo necesitan curas. Es por eso que estos vínculos son más propensos a formarse en grupos en los cuales los machos no son los jefes. Sterck señala que «nuestros hallazgos muestran que estos vínculos no se basan únicamente en la atracción y el afecto». La investigadora explica que los vínculos que generan los primates «también son estratégicos. Tanto los primates machos como las hembras buscan inconscientemente estas amistades que los proporcionan beneficios. Los beneficios pueden ser protección, mejor acceso a los recursos o asegurar la supervivencia de sus crías. Para que la evolución dé forma a estos comportamientos, no hace falta que sepan cuando o como los vínculos dan resultado”.
Además, el estudio señala que estos vínculos cambian con el tiempo. Durante la temporada de apareamiento el comportamiento del macho es «de acicalar» las hembras con más frecuencia, pero con el paso del tiempo las hembras pueden buscar el apoyo de los machos para proteger las crías durante la lactancia. En el caso de los machos, que inicialmente pueden vincularse a una hembra para asegurar los derechos de apareamiento, la hembra una vez da a luz puede depender del macho para su protección. Una vez la cría se vuelve independiente, los vínculos se pueden disolver y tanto el macho como la hembra pueden emparejarse con otros ejemplares.
