La evolución humana llevó a los antepasados de la especie a cazar para sobrevivir en un entorno extremadamente duro por las condiciones y las amenazas constantes. La aparición de las sociedades cazadoras-recolectoras hizo que los humanos impactaran de forma drástica en la subsistencia de otras especies. Un nuevo estudio liderado por el doctor Chris Baumann del Centro Senckenberg para la Evolución Humana y el Paleoambiente de la Universidad de Tubinga señala que hace milenios (hace entre 45,000 y 29,000 años) los humanos cambiaron los hábitos y la composición de los carroñeros que vivían cerca de los asentamientos humanos. Esta proximidad entre carroñeros y humanos hizo que los animales más pequeños como las zorras se vieran favorecidos y algunas aves carroñeras mientras que otras especies animales más grandes como las hienas y los leones fueron desplazados.
Baumann explica que el avance de la caza por parte de los humanos hizo que se cazara en exceso y esto hizo que los carroñeros tuvieran que adaptar su comportamiento y provocó cambios evolutivos. Este juego de equilibrios entre los humanos y los animales, según los investigadores, ayudó a dar forma a los ecosistemas.

El equilibrio entre el mundo animal y el mundo humano
El líder de la investigación, el doctor Chris Baumann, explica que «los primeros humanos, hace más de 30,000 años, no vivían aislados del mundo animal; estaban integrados en una red de relaciones con los carroñeros» y suponen que al cazar, «los primeros humanos mataban más animales de los que consumían, y por eso había más carroña disponible». Según los investigadores esto jugó a favor de los grandes carroñeros, que tenían acceso a más alimento, pero esto hizo que la relación entre los humanos y los carroñeros fuera menos competitiva y, en consecuencia, que no se acercaran a los asentamientos humanos.
Baumann señala que los que se vieron favorecidos fueron «los pequeños carroñeros como zorros o cuervos, que no representaban ningún peligro, por lo que probablemente se les toleraba». Baumann explica que esta evolución en la interacción entre los carroñeros y los humanos está bien presente hoy en día, ya que según el investigador «la situación es similar hoy día en los entornos urbanos, donde toleramos zorros y osos lavadores, pero no lobos«.

