El Imperio Romano fue una de las administraciones y ejércitos más grandes e importantes de la historia. Su colapso podría haber sido motivado por una alteración climática como la provocada por la pequeña edad de hielo de la antigüedad tardía (que habría comenzado cerca del 536 d.C.). Un equipo de la Universidad de Southampton se ha dedicado a estudiar unos guijarros -fragmentos de roca de formas redondeadas a consecuencia de la erosión y transporte de los agentes erosionadores- que han aparecido en una playa de Islandia provenientes de Groenlandia. Estos guijarros habrían sido transportados por icebergs que se habrían desprendido de los glaciares de Groenlandia. Christopher Spencer, autor principal de la investigación, explica que los circones son «esencialmente cápsulas del tiempo que preservan información vital».
La pequeña edad de hielo y el colapso del Imperio Romano
La aparición de estos guijarros habría sido provocada por la pequeña edad de hielo de la antigüedad tardía, un período en el cual tres erupciones masivas bloquearon la luz solar y hicieron que el mundo se enfriara y congelara. Esta edad duró entre 200 y 300 años y en este transcurso el planeta bajó su temperatura entre 15 y 17 grados.

Esta pequeña edad de hielo habría sido uno de los desencadenantes para el final del Imperio Romano, ya que durante estos años el enfriamiento global dañó gran cantidad de cosechas y afectó directamente al ganado, una cadena de circunstancias que aumentaron el precio de los alimentos y habrían hundido a la población romana en el hambre, la pobreza y las enfermedades -como podría ser la plaga de Justiniano (541-543) cuando murió cerca del 50% de la población mundial-, un cóctel que habría desembocado en la posterior caída del Imperio Romano en el año 1453 y que causó un cambio demográfico y cultural en toda Europa.