El deshielo es una de las consecuencias más evidentes del cambio climático y el aumento de la temperatura global. Ahora, sin embargo, investigadores de la PNAS (Proceedings of the National Academy of Sciences) y de la Universidad de Southampton, han detectado un hecho sorprendente e inesperado en el océano Antártico y es que se produjo un aumento de la salinidad de las aguas superficiales y una pronunciada disminución del hielo marino. De hecho, los investigadores señalan que el océano Antártico se está volviendo más salado, un hecho que hace que se esté agravando el deshielo.
A través de los datos de los satélites europeos han podido descubrir que se ha producido un aumento súbito de la salinidad superficial al sur de los 50° de latitud, un hecho que coincide de forma clara con la pérdida de hielo marino antártico. Alessandro Silvano, doctor de la Universidad de Southampton, señala que «el agua superficial más salada facilita el ascenso del calor en las profundidades oceánicas, derritiendo el hielo marino desde abajo. Se trata de un peligroso círculo vicioso: menos hielo genera más calor, lo cual a su vez genera aún menos hielo».
De hecho, esta situación contrapone todas las proyecciones científicas que se habían hecho hasta ahora, ya que los expertos señalaban que las proyecciones mostraban un mayor enfriamiento de la superficie y una estratificación oceánica más fuerte, lo cual podría haber mantenido la cobertura de hielo marino, es decir, un cambio total respecto a la situación actual en la cual el hielo marino se está reduciendo de forma alarmante.
Unos efectos que se notan en todo el mundo
Las consecuencias de este deshielo ya son bien palpables en todo el mundo y no solo en las zonas árticas y antárticas. Cabe destacar que el hielo marino es un importante reflector de la radiación solar y su desaparición es un hecho que puede acabar acelerando el calentamiento global. De hecho, actualmente ya se están viendo casos de cómo el deshielo está afectando a la Tierra, ya que las tormentas cada vez son más frecuentes y más intensas y los océanos son más cálidos, lo que supone la reducción de los hábitats para los pingüinos y otros animales emblemáticos de la Antártida.
